El exarquero de la Selección Argentina contó detalles de su batalla contra un cáncer de testículos que lo obligó a pausar su carrera deportiva.
La vida de Carlos Roa, exarquero de la Selección Argentina, es una historia de batallas ganadas. Entre ellas, un cáncer de testículos, que lo obligo a ponerle una pausa a su carrera deportiva. "Fue durísimo porque uno no se prepara para eso. Era batallar de vuelta contra algo complicado y difícil. Ya lo había pasado con la malaria", contó en una nueva edición del Líbero VS.
"Me abrieron toda la panza para sacarme los tres tumores que tenía. Eran practicamente como pelotitas de tenis. Fue un milagro todo lo que se hizo conmigo", explicó el héroe de la tanda de penales frente a Inglaterra, en los octavos de final del Mundial 1998.
El fútbol fue una de sus grandes motivaciones en la dura lucha contra el cáncer. "Tuve que elegir entre una quimioterapia más agresiva y otra que se prolongaba más en el tiempo. Solo pensaba en que tenía que volver lo más rapido posible a las canchas. A pesar de que las contra indicaciones incluían la posibilidad de perder la sensibilidad en las piernas y manos elegí la de 3 meses", confesó el Lechuga.
Su lucha contra la Malaria tras una gira con la Selección Argentina
Antes de ganarle al cáncer, la vida de Carlos Roa tuvo por delante el primer obstáculo relacionado con una enfermedad. En una gira con la Selección Argentina por África en 2003, el arquero contrajo paludismo.
"Salí del país con todas las vacunas. Me picaron millones de mosquitos, como a todos, pero yo me agarré la enfermada. Llegué acá y volaba de fiebre. Te ataca la sangre y se aloja en el hígado, en los vasos. A mi me agarró el más fuerte, el más complicado", contó, en su momento, en diálogo con Olé.