Fue la tarde que comenzó como un sueño y se transformó hora después en pesadilla. Primero el triunfo ante Nigeria con los dos goles de Caniggia, luego la chica rubia, el control antidoping a Diego y el final de una enorme ilusión.
La Selección Argentina llegó a su segunda presentación en el Mundial de Estado Unidos 1994 de la mejor manera. Triunfo con goleada incluida en el debut frente a Grecia y la enorme esperanza y expectativa que generaba un equipo plagado de estrellas. Maradona era el alma, el emblema y el capitán del conjunto comandado técnicamente por Alfio Basile pero además, ese equipo contaba en sus filas con la presencia de Oscar Ruggeri, tenía en la mitad de la cancha la elegancia de Fernando Redondo, el despliegue de Diego Simeone y arriba una dupla ofensiva letal que conformaban la velocidad y habilidad de Claudio Caniggia junto con la potencia arrolladora de Gabriel Batistuta entre otros.
Nigeria se presentaba como el rival más complicado del grupo, al menos en la previa. El poderío físico de los nigerianos marcaba que el encuentro que tenían los albicelestes por delante de ninguna manera iba a ser un trámite sencillo. Islas; Sensini, Cáceres, Ruggeri, Chamot; Simeone, Redondo, Balbo; Maradona; Caniggia y Batistuta fueron los once seleccionados por el entrenador argentino para iniciar el encuentro. Fiel a su estilo, el equipo del Coco se paró en posición ofensiva ni bien arrancado el partido. De tanto ir, el equipo argentino quedó muy mal parado y en un gran contragolpe a los 8 minutos de iniciado el encuentro, Samson Siasia puso la ventaja para las Águilas Verdes. El seleccionado nacional reaccionó rápido y luego de un tiro libre ejecutado de manera violenta por Batistuta y el posterior rebote que otorgó el arquero Rufai, Caniggia marcó el empate en el minuto 21 de juego. Tan solo 7 minutos después, una avivada de Maradona que movió un rápido un tiro libre, encontró a otra vez a Caniggia muy bien posicionado y el Pájaro con una excelente definición puso el 2-1 parcial para los albicelestes.
El segundo tiempo encontró a nuestra selección manejando los tiempos del partido en base a la experiencia y capacidad de su número 10 que increíblemente parecía reinventarse una vez más y encendía la ilusión de un país entero. Lo cierto es que el sueño terminó en pesadilla. Todo comenzó a derrumbarse cuando una joven algo rubia ingresó al campo de juego y tomó de la mano a Diego para acompañarlo a su correspondiente control antidoping post partido.
Horas después se supo del resultado positivo y la selección que había arrancado para matar terminó muriendo lentamente. Diego juraba que le cortaron las piernas y que había hecho el esfuerzo de su vida por Dalma, Gianinna y todos los argentinos. Grondona decidió sacarlo de la lista del seleccionado y prometió hasta el día de su muerte que tomó la decisión para evita un mal mayor. Las caídas frente a Bulgaria y Rumania terminaron de sepultar un sueño que a esa altura ya era crónica de una muerte anunciada.
La tarde del 25 de junio de 1994 quedará grabada como la última función del más influyente jugador de la historia del seleccionado nacional con su amada camiseta. Esa tarde murió el jugador y nació la leyenda.