El delantero de Boca y el arquero de River tuvieron un duelo personal en la tarde del 23 de junio de 1968, que quedó en la historia por la muerte de 71 hinchas del Xeneize en la Puerta 12.
Ángel Clemente Rojas ya era el gran ídolo de Boca que había rechazado al Real Madrid para quedarse en el club de sus amores; Amadeo Carrizo, en la otra vereda, era el emblema de River que jugaba sus últimos cartuchos tras más de dos décadas en el club. Ya se habían enfrentado varias veces. Pero a Rojitas, que vivía como jugaba, lo convencieron algunos compañeros del plantel de cometer una nueva picardía antes de un Superclásico: “Vos andá y robale la gorra”.
El día previo a la visita al Monumental, Antonio Rattín y Julio Meléndez habían ideado el plan: cuando los jugadores de River salieran por el túnel y posaran para la foto, Rojitas tenía que arrimarse desde atrás, sigiloso, y pegar el zarpazo. Luego, a correr. Le dijeron que esa boina le traía suerte y que aquella jugada lo iba a sacar a Amadeo del partido. Era como arrancar 1-0 arriba. Y Rojitas, obediente como un pibe aunque ya tenía 25, cumplió a la perfección.
Rojas contó tantas veces la anécdota que algunos detalles fueron cambiando con el tiempo. Dijo que tras recibir las puteadas correspondientes por el robo le dio la gorra a un compañero, que la tiró y también que se la devolvió a Carrizo. Lo que sí mantuvo fueron las cuestiones centrales de la historia: que lo mandaron, que corrió por la pista de atletismo y que después se arrepintió, porque Amadeo era un señor, el arquero más grande que jamás había visto en su vida.
Según la versión de Amadeo, un alcanzapelotas encontró la boina y se la devolvió durante el encuentro. “Creían que yo atajaba por la gorra, ja, ja”, se rió en 2012 en una entrevista de El Gráfico. Su revancha fue tapar todo lo que tiraron ese día, además de dos perlitas que quedaron para el recuerdo. Primero, engañó a Norberto Madurga con un “cobró orsai, pibe” que hizo que el Muñeco regalara un mano a mano; Después, sobre el final, se sentó en el césped porque Boca no atacaba.
Aquel partido, disputado el 23 de junio de 1968, terminó 0-0 y no quedó en la historia por la gorra, ni por Rojitas ni por Amadeo, que cada vez que se cruzaron recordaron aquella anécdota con una sonrisa, sino por la Tragedia de la Puerta 12, que se cobró la vida de 71 personas por aplastamiento a la salida del Monumental.