"A Jéssica la atacó un perverso sexual, así lo indican sus lesiones".
Isaac González, hermano de la víctima, dijo que el homicida no era del target de su hermana.Ella estudiaba abogacía y escribanía. Su victimario llegó a la iglesia por violencia de género.
"Aunque yo debiera conservar la compostura y el duelo natural tras un golpe tan duro para nuestra familia, decidí mostrar la otra mejilla de nuestra familia para que aquellos que juzgan desde la oscuridad puedan golpear si desean".
"No voy a decir que no tengo desconsuelo o dolor, lo que voy a anunciar es que he perdonado a ese ser humano que obró de tan mala forma contra mi hermana, que si tuvo alguna relación con él fue para ayudarlo. Que nadie confunda una acción pastoral con una relación sentimental. Raúl Pérez se acercó a la iglesia porque estaba desesperado. Su malestar o su aflicción nacían justamente de la violencia ejercida contra la madre de su único hijo, a quien no podía visitar por tener una medida cautelar de acercamiento".
"Es decir que mi hermana Jéssica, muy conocida en la zona este por ayudar a tantas personas afligidas y desesperadas, acudió en su ayuda. Es muy triste ver que se quiera enlodar el honor de una persona que dedicó su vida al prójimo acercando su vocación espiritual a cuestiones carnales o relaciones tormentosas".
"No hubo nada de eso, lo aseguro, porque Jéssica estudiaba abogacía y escribanía a la misma vez en la universidad local y su grupo de amistades tenía otro nivel. Quiero decir que este muchacho no tenía el target de mi querida Jéssica Norma.
Así, sin confundir, sin odio ni rencores, les voy a decir con fundamento científico quizá que las lesiones que presentaba en sus manos, muñeca y brazos hablan a las claras que se defendió de un perverso sexual, que nunca la pudo quebrar, ni en su carácter de mujer ni menos en su espiritualidad", dijo emocionado.
"Está claro que la resistencia fue tan férrea que tuvo que silenciar su vida ante la afrenta de ser vencido en su maldad en la cobardía de un ataque que pretendió disfrazar de las cosas del querer".
Isaac González dijo además que fue tan grande su dolor que no le quedó más espacio en su corazón que perdonar al agresor de su propia hermana. Dijo que entiende que en la labor ministerial y en su afán de sacar al joven de su supuesta desesperada situación de dolor terminó siendo su víctima.
"Él dijo que la Justicia lo había alejado de su hijo con una restricción judicial de acercamiento, restricción de hogar. Con ese argumento se relacionó con la iglesia y recibió la ayuda espiritual de mi hermana Jéssica, quien terminó entregando su vida, engañada por un lobo disfrazado de cordero".
Según Isaac lo ocurrido durante la madrugada del viernes en un hotel alojamiento de Villa Palacios fue una impostación de un acto de amor que nunca ocurrió.
"Todos los caminos conducen al ataque de un perverso y hay además otros elementos que prueban lo que sostenemos como familia y como deudos de una verdadera tragedia. Hasta lo que sabemos, este hombre estaba "enamorado' de una joven que también concurre a nuestra iglesia y es a ella a quien acosaba. Qué maldad podría haberle causado Jéssica al hombre que le quitó la vida.
Las improntas y las huellas de defensa que quedaron en su cuerpo hablan desde su corazón hacia afuera que jamás consintió nada".
"Los forenses fueron claros, no hubo contacto íntimo y, si quieren más, Jéssica llegó a ese lugar sin uno de sus zapatos, quizá ni siquiera caminaba ya.
No entiendo de dónde se quiere traer a la palabra amor para enrostrar o sembrar dudas sobre el honor de una joven con aspiraciones enormes, con las manos llenas de dar. Yo tendría que estar en silencio, de luto o escondido pero no, estoy aquí por el inmenso e impagable orgullo que siento por esta mucha mujer", dijo el hermano de la víctima.