El Nuncio Apostólico Miroslaw Adamczyk presidió el miércoles la santa misa central en honor al Señor y la Virgen del Milagro en el templo porteño de los agustinos recoletos, Nuestra Señora de la Consolación.Esta parroquia es la única que tiene las réplicas de las imágenes de los santos patronos de la catedral de la ciudad de Salta en su sede del barrio de Villa Crespo.
En su homilía, el Nuncio saludó "muy cordialmente en nombre del Padre Francisco", agradeciendo que se le permita acercarse a una de las más antiguas devociones de la República Argentina, "junto a la presencia de los salteños y porteños dando gloria al Señor del Milagro y su cruz, quienes desde hace 72 años vienen a esta parroquia para renovar su fe, esperanza y caridad" y evocando la procesión del Cristo y la Virgen del Milagro bajo cuya advocación se interrumpieron terremotos que afectaron a Salta en 1692.
Votos de Fidelidad
Agrupaciones gauchescas con sus ropas de gala rezaron la Novena del Señor y la Virgen del Milagro y entonaron cánticos alusivos. El Nuncio los acompañó para renovar el Pacto de Fe, expresando, entre otros conceptos, "acudimos a vos, Señor del Milagro, para hallar escudo y defensa en nuestras aflicciones, confesamos que sos la verdad, el camino y la vida, celebrando con nuestros antepasados seremos siempre tuyos, protege y defiende a los argentinos, salva y bendice a nuestro pueblo. Señora del Milagro renovamos los votos de nuestros padres de 1692, juramos que sos abogada y madre nuestra, ruega por nosotros".
El Nuncio, en la Eucaristía concelebrada junto al párroco Fray Iván Martínez OAR y el vicario y decano de la Facultad de Derecho Canónico de la UCA, Fray Daniel Medina OAR, recordó a San Pablo cuando dijo que "no hago lo que quiero y practico el mal que detesto".
Destacó: "ya que no siempre somos capaces de hacer el bien, miremos a Cristo para renovar nuestra fe, esperanza y amor y confesemos con nuestra boca, mente y corazón que Jesús es nuestro camino, nuestro Señor y Salvador que venció a la muerte para darnos la vida eterna. Nuestros proyectos morirían con nuestra muerte si no hubiese sido por Jesús. Su cruz es símbolo de sufrimiento, pero también de resurrección y esperanza”.