En enero, la Policía registró 42 incidentes entre peleas, robos y consumo de alcohol. Los dueños de locales bailables afirman que los jóvenes llegan alcoholizados.
El asesinato de Fernando Báez Sosa (18) a manos de una patota de rugbiers a la salida de un boliche de Villa Gesell, ocurrido el 17 del enero pasado, encendió alarmas sobre la seguridad a la salida de los locales bailables y el consumo de bebidas alcohólicas.
Durante el 2019, en Salta, hubo 393 denuncias por delitos como robo, hurto, lesiones y por contravenciones como incitación a la violencia y consumo de alcohol en la vía pública, en el exterior de locales bailables. Mientras que este 2020, desde el 1 hasta el 28 de enero se registraron 42 denuncias en total. Los datos se desprenden de estadísticas de la Unidad de Análisis Criminal (UNAC) perteneciente a la Dirección General de Investigaciones (DGI) de la Policía. Se tomó como área de análisis la Unidad Regional 1 que abarca Salta capital y el Valle de Lerma.
El director del Centro de Coordinación Operativa (CCO) de la Policía de la Provincia de Salta, comisario mayor Fabián Tolaba, indicó que "generalmente todos los fines de semana hay pequeños desórdenes a la salida de boliches, pero son cosas del momento que no llegan a ser denunciadas. En estos casos, personal policial o la gente de la seguridad interna de los boliches neutraliza a estas personas y en caso de que ocurra adentro las sacan y se van o en el caso de que ocurra afuera, se despeja la zona".
Tolaba explicó que los motivos más comunes que influyen en el desencadenamiento de disturbios son dos: cuando los concurrentes van en grupo o en barra y cuando son jóvenes.
Y agregó que mayormente se registran peleas momentáneas, producto de la ingesta de bebidas alcohólicas, conflictos entre parejas o accidentes en los que una persona le tiró bebida a otra. "No son hechos planificados, sino que surgen en el instante", puntualizó.
Sabiendo lo que puede venir, durante el horario de cierre, se incrementa la seguridad a la salida de los boliches con patrullas de servicio, que están a cargo de un jefe de turno, según la jurisdicción que corresponda y personal del CCO del 911 y la División de Seguridad Urbana (DSU).
"De acuerdo a la cantidad de personas que tenemos en el boliche se asigna una cobertura con patrullas motorizadas y un control vial porque sale de golpe toda la gente y hay que hacer reducción de velocidad", puntualizó Tolaba.
El comisario señaló que de acuerdo a su visión personal "hay más violencia, en el sentido de que los chicos hoy no miden las consecuencias. Toman bebidas alcohólicas descontroladamente. Piensan que mientras más toman y mientras más fuerte sea la bebida es mejor". Y agregó que hacen unas mezcolanzas increíbles y toman mucha bebida blanca por lo que enseguida se ponen eufóricos. "Muchas veces hemos llevado chicos y chicas de entre 18 y 22 años al hospital San Bernardo en coma alcohólico, algo que antes no sucedía", expresó.
Tolaba apuntó que el exceso del consumo de alcohol es un tema de educación. "Este problema pasa por la educación. Es fundamental que los padres le hablen a los chicos y les hagan ver el daño irreparable que se pueden provocar ellos o a terceros, las consecuencias de un accionar desmedido a causa de una ingesta de alcohol. Hubo casos de abusos sexuales que tuvieron como víctimas chicas que fueron llevadas por abusadores, quienes aprovecharon que estaban bajo efectos de bebidas alcohólicas".
Mirada de los bolicheros
Se realizó un relevamiento de los boliches de la capital salteña y le consultó a los dueños de los mismos para que cuenten cómo observan el comportamiento de los jóvenes. Son cinco los boliches bailables de concurrencia masiva los fines de semana.
José Molina, propietario de los boliches La Roka, que tiene una capacidad para 3.900 personas y Salón, que posee capacidad para 1.900, explicó que "en Salta no se registran muchas peleas. No nos olvidemos que en este momento se aplican ordenanzas que establecen que una hora antes del cierre ya no se expende bebidas alcohólicas".
Añadió que hay muchos factores que hay que tener en cuenta y apuntó contra las "previas". "Por un lado, el hecho de que embriagarse en un boliche es muy caro por el momento, porque las medidas actuales han hecho que surja la clandestinidad", dijo.
Al tiempo que explicó que a los bolicheros les adjudican la alcoholemia de los clientes, pero afirma que eso no es provocado en el boliche, sino que son producto del consumo masivo, clandestino que existe en la calle. "Hay mucha más venta de alcohol ahí. La gente ingresa a los boliches entre las 1.20 y 2.30 de la mañana y a las 4.30 ya no le vendemos más alcohol. En este sentido la Policía marca el horario y hace cortar la venta. Se ponen delante de las barras. Nosotros estamos muy limitados en el horario. Considero que hay que apuntar más a combatir el consumo de alcohol en la clandestinidad, que crece", aseguró.
El empresario también contó que "en La Roka, uno de los boliches más grandes del norte argentino, se expenden de ocho a 12 horas al mes de bebidas alcohólicas, es decir de dos a tres horas por noche. Solo eso es lo que se vende de alcohol".
Recalcó que las medidas de prevención son fundamentales para prevenir disturbios y conflictos. "Si por ejemplo, hay que hacer que una persona se retire, siempre digo que el mejor seguridad es el que sabe dialogar, aplicar una buena relación pública y sacar al cliente hablándole. No hace falta la violencia desde ningún punto de vista. Yo siempre destaco, valoro y premio a quien sabe hablar", dijo.