Scaloni les dio chances a varios que no suelen ser titulares, en este segundo amistoso internacional tras la obtención de la Copa del Mundo. La Selección se impuso bien, con goles de Paredes y Cuti Romero.
Una victoria llama a otra victoria. Así es el andar natural del campeón del mundo. Esta vez fue 2 a 0 ante Indonesia, en Yakarta. Sin Messi después de mucho tiempo. Con el debut de Buonanotte, otro pibe de 18 años. Con el primer mediocampo que utilizó Lionel Scaloni hace cinco años. Con un capitán nuevo, como Pezzella. Con siete cambios. Con el golazo de Paredes, reflejo de su exquisita pegada. Con el sello de Cuti Romero, y su cabezazo para el 2-0. Con las atajadas de Dibu Martínez, que nunca faltan. Y ante un rival débil, pero entusiasta, con una diferencia de ránking de 148 puestos (el 1° contra el 149°). Sí, así cerró la Selección Argentina su gira por Asia. Con muchos condimentos. Y el sello de siempre: ganar.
De entrada, esta Selección renovada, bien diferente a la que jugó en el 2-0 ante Australia, generó más de lo que cosechó. Igualmente, tuvo, a pesar de modificar más de medio equipo, el sello made in Scaloni. El toque, la circulación, la búsqueda de sociedades. Fue así como Paredes, Palacios y Lo Celso, el primer mediocampo de este exitoso ciclo (todo un dato, casi cinco años después), buscaron respetar ese sello del campeón del mundo.
Y a ellos, se le sumó Nico González en la izquierda, siempre insistente, siempre dispuesto a desequilibrar. Y el debutante Buonanotte a la derecha, el más joven en hacerlo con Lionel DT (otra marca del partido). Con ellos y con Julián saliendo a buscar pase, juego y espacios, Argentina arrinconó a Indonesia, súper motivado por su gente (sus hinchas festejaban como un gol cada rechazo defensivo y cada córner, en un clima infernal).
Pero a la Selección le faltó el bordado fino para definir. Lo tuvo Nico González, que siempre se las arregla para generar una situación; también Álvarez, incluso Buonanotte, en una jugada que hubiera hecho más inolvidable su estreno en la Mayor. Parecía que no quería entrar.
Hasta que Paredes, el jugador con más partidos de celeste y blanco de los 11 en cancha, activó su modo crack y sacó un remate con el ADN de su exquisita pegada, para clavarla al ángulo.
Fue el camino menos justo para abrir el partido, porque la Selección merecía que fuera de otra forma, pero que a su vez reflejó la buena cantidad de recursos técnicos que tiene el campeón del mundo. El ex Boca, que perdió el puesto con Enzo Fernández, sigue siendo una pieza influyente en el juego y, en este caso, lo fue también en el marcador.
La jerarquía del equipo argentino, aun sin Messi, Di María y Otamendi, se vio entonces en ese golazo y también, cuando hizo falta, en los guantes siempre salvadores de Dibu. De hecho, en el final del PT, con la Selección confiada y distraída, le terminó tapando una clara situación de gol a Jenner, el volante local. Luego, taparía otra más en el arranque del ST, tras una peinada de Baggott.
Como para darle más seriedad a este ensayo, Scaloni no hizo cambios en el entretiempo. Es decir, no quiso desarmar de entrada la estructura inicial, buscó mantener la idea, darle juego a Lo Celso, una pieza clave del ciclo hoy devenido en refuerzo del campeón, que se hizo cargo de ese rol, con altibajos. Eso sí, de una pelota parada suya, llegó el segundo gol, el de Cuti Romero de cabeza.
Así, a su amplio abanico ofensivo, Argentina le sumó el aporte goleador de un volante y de un defensor. Como para dejar en claro que tiene cómo y con qué resolver partidos en los que sus atacantes no están con todas las luces (no fue la noche de Julián, que anduvo a contramano).
Igualmente, a comparación del primer tiempo, en el segundo le faltó consistencia a su juego. Incluso, fue más parejo de lo esperado. Y hasta más de lo deseado.
El ingreso de Garnacho por un golpeado Nico González buscó refrescar justamente el ataque. Y en particular, ese lado izquierdo, porque Acuña ingresó por Medina para darle más potencia a los ataques por ese costado. Así, con dos pibes de 18 años por las bandas y Julián (con sólo 23), por el centro, Argentina también mostró otra foto del recambio generacional con el que cuenta y de la juventud de muchos de sus campeones con cuerda para rato (como el caso del City).
De todos modos, al partido le sobraron 25 minutos y, acaso, el gol de Julián. O el primero de Garnacho en la Mayor, que lo tuvo en el final: se la tapó el arquero. En el final, hubo más cambios, pero ni el juego ni el resultado se modificaron. La Selección probó, innovó y una vez más, ganó. Seis meses después de la gloria en Qatar, mantiene su sana costumbre.