El conjunto Xeneize comenzó con un andar arrasador que lo consagró campeón, pero su producción ha caído drásticamente en los últimos partidos. Los números que evidencian la debacle.
Cuando Miguel Ángel Russo comenzó su segunda etapa como entrenador de Boca en febrero del 2020, el club atravesaba una transición política con la asunción de Jorge Amor Ameal como presidente y el equipo venía golpeado luego de quedar eliminado en las semifinales de la Copa Libertadores 2019 a manos de River. Sin embargo, el técnico de 64 años supo reordenar las piezas, potenciar jugadores y terminó consagrándose campeón de la Superliga que peleó mano a mano con el Millonario. Pero cuando todo parecía marchar bien, el Xeneize comenzó a mostrar una debacle en los últimos partidos de la que no puede salir.
En su regreso a la institución, el conjunto dirigido por Russo tuvo un andar arrasador en el comienzo. Ganó 8 de 10 partidos, contando la Superliga, las primeras dos fechas de la fase de grupos de la Copa Libertadores, y el único encuentro por la Copa de la Superliga -victoria 4-1 sobre Godoy Cruz-, hasta la suspensión de la actividad por la pandemia de coronavirus. De esa cantidad, 6 fueron en forma consecutiva, en la recta final del certamen local, que los llevó al título. Los únicos empates ocurrieron en el debut, que resultó en un 0-0 con Independiente en la Bombonera, y en el estreno internacional en el que igualaron 1-1 con Caracas en Venezuela. Aunque lo más sorprendente fue la capacidad goleadora en ese arranque, en el que el Xeneize anotó 24 tantos y tan solo recibió 3 goles.
Pero más allá de los datos, la mano de Russo se notó dentro de la cancha porque, con casi los mismos jugadores, Boca pasó de ser un equipo más conservador con Gustavo Alfaro, a transformarse en una amenaza para cualquier defensa. De todos modos, lo que más se ha destacado del ciclo del lanusense, fue el hecho de volver a convertir a Carlos Tevez en una de las figuras del equipo. Luego de su llegada, el de Fuerte Apache no solo mejoró su nivel futbolístico desde su vuelta al club, previo paso por Shanghái Shenhua, sino que revitalizó su capacidad goleadora. Con Russo lleva 9 goles en 18 partidos contra los 6 que hizo en 38 encuentros bajo el mando de Lechuga.
Al retornar la actividad después del parate, parecía que el Xeneize no se había resentido en este tiempo sin fútbol. Las victorias por Libertadores eran un buen augurio, pero de a poco la producción del equipo empezó a resentirse, pese a que en un principio quedó opacada por los resultados positivos. El primer llamado de atención llegó en la tercera fecha de la Copa Diego Maradona, en la derrota por 1-0 como contra Talleres. Inmediatamente vendría otra caída, esta vez con Lanús. Pero el punto de inflexión llegó un poco más tarde, en la revancha por los octavos de final de la Libertadores ante Internacional, donde el Xeneize la pasó mal ante el conjunto de Porto Alegre y consiguió su clasificación gracias a los penales.
Si bien los números no son tan alarmantes en cuanto a resultados -7 victorias y 3 empates en 14 partidos-, la caída quedó en evidencia en cuanto al juego, especialmente por la baja en su capacidad goleadora: apenas hizo 15 tantos. Su promedio pasó de 2,4 goles por encuentro, a 1,1. Aunque en menor medida, también se vio afectada la solidez defensiva. Tras el retorno, le convirtieron 7 veces.
Más allá de lo intangible que resulta el nivel futbolístico del equipo, los números evidencian una caída pronunciada que tocó fondo en la derrota ante Racing por 1-0 en la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores. Aún falta la vuelta y Boca puede revertir la situación; sin embargo, los números reflejancon contundencia lo que preocupa a los hinchas: en la etapa pre-pandemia, los dirigidos por Russo sacaron 26 de 30 puntos posibles. En este segundo período, luego de meses sin actividad, el Xeneize cosechó tan solo 24 unidades de 42 posibles.