La consagración de Boca Juniors como flamante campeón del torneo de la Liga Profesional del Fútbol Argentino desató a lo largo y ancho del país la previsible alegría y festejos que siempre ocurren cuando un club logra el tan ansiado título.
Nadie podía preveer lo que finalmente ocurrió en la jornada de ayer, aunque muchos “analistas” pronosticaron -quizás como las encuestas políticas- que en los partidos que definían al campeón podían suceder situaciones que, de una u otra manera podían direccionar el resultado final.
Y es que en los campos de juegos de los dos partidos más importantes de la jornada se enfrentaban Boca -con 51 puntos- Independiente y en el otro partido Racing -50 puntos- recibía la visita del River de Gallardo.
Bien es conocida la rivalidad de Boca contra River o River contra Boca y la rivalidad de Racing contra Independiente o Independiente contra Racing; por algo son dos de los clásicos más importantes del fútbol argentino.
Con esa realidad, los analistas anticiparon lo que también muchos hinchas preveían o pensaban. Que tanto River como Independiente podían ir contra sus convicciones futboleras para dejar aflorar la pasión que generan los colores de tan renombrados clubes y producir actuaciones dudosas que tampoco hubieran “desmerecido” desde esa pasión la historia de estos clubes.
Y es así que pronosticaron que Independiente podía hasta llegar a perder contra Boca para que su rival –Racing-, si ganaba, igual no se clasificara campeón. Lo mismo se dudó de River que perdiendo, le daba la posibilidad a Racing de que Boca no se coronara campeón si el xeneise empataba o perdía.
Ni el mejor guionista de películas de suspenso podría argumentar lo que ocurrió en esos dos campos de juego: a los 31 minutos del primer tiempo, Independiente se pone en ventaja con un penal ejecutado por Leandro Fernández, mientras que Racing – River empataban 0 - 0; con este resultado había desempate por el título entre Boca y Racing.
A los 33 minutos Pol Fernández peina un gran centro del paraguayo Romero para poner el 1 a 1 en un momento clave. La Bombonera es pura efervescencia debido a que en el “Cilindro” seguían empatando Racing – River. Boca era campeón.
Así se llegó al final de los primeros tiempos en las dos canchas. La reanudación del segundo tiempo trajo a los 4 minutos un golazo del recién ingresado Sebastián Villa, que ponía el marcador 2 para Boca, 1 para Independiente. En cancha de Racing, seguían empatando. Boca, recontra campeón.
Cancha de Racing: gol de Rojas a los 8 minutos por penal de Pinola a Copetti. Boca seguía siendo campeón. A los 34 minutos gol de Borja, de River que empata a la Academia, alegría en los xeneises. A los 35 minutos gol de Independiente: Vallejo lo empata de cabeza en la Bombonera. Preocupación de Boca, pero igual campeones hasta ese momento.
Cancha de Racing: Herrera de River lo toma a Sigali en un tiro libre y el árbitro Echavarría cobra el segundo penal de la tarde, muy protestado por River. Ya sin Rojas de Racing, que ejecutó el primer penal se encarga el ingresado Galván. Posibilidad clara para ser campeón a los 44 minutos porque Boca seguía empatando; Armani se arroja sobre su derecha y lo despeja; el despeje lo toma Oroz, que define por encima del travesaño. Casi infarto en las dos canchas y alivio para los boquenses porque seguían siendo campeones.
Adicionan cinco minutos de juego en las dos canchas y a los 50 minutos, otra vez Borja convierte para River, matando la ilusión de la Academia. Festejo y fiesta total en las tribunas de la Bombonera y de los que están frente al televisor. Ahora sí, boca es campeón y rápidamente como una pandemia se contagia el festejo a los principales lugares de cada provincia del país.
Lo vivido ayer tarde deja la reflexión –contra todo pronóstico de los “analistas”- de que el fútbol todavía conserva el honor, la hidalguía, el amor por la camiseta, la dignidad de personas jugando al fútbol que, ayer quedó demostrado en la actitud de los jugadores de River y de Independiente, casi honrando las palabras del “Diego” cuando el 10 de noviembre de 2001, cuatro años después de jugar su último partido como profesional en la Bombonera (Boca 2, River 1), volvió a ponerse la 10 en la cancha de Boca, en un partido homenaje en el que juntó a un grupo de estrellas para el deleite de los 60.000 espectadores que asistieron a “su” despedida y tan franco y directo como siempre se dirigió a la multitud diciendo: “No sé cómo pagarles por esta alegría. Yo traté de ser feliz jugando al fútbol y de hacerlos felices a todos ustedes y creo que lo logré. Esto es demasiado para una persona”, comenzó Diego, luego prosiguió. “No hay cancha como ésta, un templo del fútbol. Le agradezco a Dios que haya creado la Bombonera y que me haya hecho de Boca”.
Sin embargo, el momento más álgido del discurso llegó al cierre. “El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo. Porque se equivoque uno, no tiene que pagar el fútbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”.
Quizás los partidos de ayer pasen inexorablemente a componer las estadísticas de la AFA, pero las emociones y sensaciones emanadas de esos estadios, seguro no se olvidarán.
El fútbol agradecido, yo también.