Sin refuerzos desde hace dos temporadas, ventas de jugadores importantes, con las manos vacías en la Copa Maradona y a orillas de la eliminación de la Libertadores. Todas las situaciones que fueron desgastando un ciclo colmado de éxitos.
"Cuando termine la Copa hablaré con mi cabeza sobre mi futuro", expresó en conferencia de prensa Marcelo Gallardo previo a la vuelta de las semifinales de la Libertadores ante Palmeiras, que podría significar el adiós del torneo continental si River no logra remontar la desventaja de tres goles. Días atrás, ya se había quedado con las manos vacías en la Copa Maradona y el Muñeco no pudo ocultar su malestar en el corralito.
Desde su arribo al Millonario a mediados de 2014, comenzó a escribirse otra historia. Su historia. Casi siete años de éxitos, proyectos, objetivos cumplidos, juveniles en cancha, vitrinas rebosantes de títulos y hasta noche eterna en Madrid frente al clásico de toda la vida. No obstante, en este último tiempo se fueron dando situaciones que, si bien no conllevarían a un portazo estruendoso e inminente, pondrían en jaque su continuidad a largo plazo en el club.
Esta edición copera, al igual que la anterior, el DT no se dio el lujo de contar con refuerzos. Desde hace dos años que River no incorpora ningún nombre para robustecer al equipo. Y no solo eso: debió acomodar los cimientos tras las salidas de varios pilares del calibre de Lucas Alario, Exequiel Palacios, Juan Fernando Quintero y Lucas Martínez Quarta, entre tantos etcéteras.
Por otro lado, siguen sonando los teléfonos desde Europa para llevarse a Rafael Santos Borré, Gonzalo Montiel y Nicolás de la Cruz, algo que inquieta a Gallardo y podría influir sobre su futuro. Es por eso que, si La Banda desea volver a tener un plantel competitivo y de jerarquía, los dirigentes tendrán que salir al mercado, algo que no viene sucediendo por los problemas económicos.
Si esta noche Palmeiras, haciendo valer su diferencia holgada, accede a la final del máximo torneo sudamericano, quedará, como en cada traspié, barajar y dar de nuevo. Pensar en el mañana. Sin embargo, Gallardo posiblemente trace el panorama del River que viene. ¿Con qué equipo se va a encontrar? ¿Cuál es el grado de competencia del club en el mercado? ¿Por qué se vende tanto y se compra tan poco? ¿Por qué se complican tanto las negociaciones? Ese cúmulo de desarreglos, más allá de su profundo cariño por los colores, le retumbarán en las sienes y pesarán en la balanza.
Gallardo, quien tiene contrato en la institución hasta finales de este año, cuando se lleven a cabo las elecciones, deberá analizar a fondo el escenario que le plantea River, sentarse con los directivos y alzar su postura. Férrea como suele ser. El hincha sabe que su despedida merece ser laureada y por la puerta grande. Sin embargo, él también sabe que otra temporada sin refuerzos y con más soldados caídos no podrá soportar.