¿Quién no ha soñado despierto alguna vez con un amor que dure para siempre? Un amor que se mantiene vivo en el tiempo. ¿Te has planteado cuál es el secreto? Aquí te desvelamos algunos de sus ingredientes.
Hay parejas que suscitan admiración. Lo hacen porque mantienen a flote su compromiso y admiración mutua a pesar de las dificultades, de los años, de las diferencias. Superan cambios, afrontan desafíos siendo ese apoyo siempre indispensable del uno para el otro… Son el ejemplo más claro de que el amor para toda la vida no solo existe, sino que es posible.
Expertos en el tema como John Gottman, célebre por haber desarrollado en la Universidad de Washington su famoso laboratorio del amor, nos señala que el secreto de las relaciones estables reside en saber cuidar esos «enemigos» que boicotean todo vínculo. Así, aspectos como el desprecio, la falta de respeto o de compromiso, son esos «venenos» que debemos atender.
Tal tarea no es sencilla. Nadie nos enseña cómo hacer frente a esas dificultades cotidianas en el seno de una pareja. Es más, en ocasiones incluso llegamos a una relación con muchos vacíos internos, con muchas áreas del desarrollo personal aún inmaduras. Son aspectos que sin duda debemos tener en cuenta a la hora de dar y desarrollar con efectividad un amor para toda la vida.
¿Cuál es el secreto de las parejas cuyo amor dura toda la vida?
Cuando comenzamos una nueva historia de amor deseamos que sea “la definitiva”, que nos dure toda la vida, tal y como impone el estereotipo actual. Con frecuencia, poco tiempo después nos preguntamos cómo, a pesar del esfuerzo que realizamos, el amor se acaba.
El valor de hacer frente a los cambios en equipo
Brian Ogolsky, profesor de desarrollo humano en la Universidad de Illinois, realizó un exhaustivo estudio partiendo de datos registrados desde 1950. Su objetivo era comprender esas estrategias más utilizadas de las parejas para mantenerse unidos. Las conclusiones que obtuvieron fueron las siguientes:
Las parejas felices saben hacer manejar los conflictos.
Saben cuándo perdonar, ceder y dar nuevas oportunidades.
Saben aliviar el estrés de la pareja.
Cuidan al otro y se cuidan a ellos/as mismos/as.
Asimismo, algo que enfatizó el doctor Ogolsky es lo siguiente. El amor que dura toda una vida trabaja en equipo. Está unido para hacer frente a los cambios, miran en una misma dirección y confían el uno en el otro.
«Un matrimonio de éxito requiere enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona»
Sin embargo, aunque la pareja esté construida sobre fuertes pilares, hay acontecimientos que pueden ser críticos. Por ejemplo, la dificultad para entrar en el mundo laboral o la muerte de una persona significativa. O bien, incluso un evento positivo puede ser determinante para el equilibrio de la pareja: el éxito profesional o hasta tener un hijo.
En estos casos, nuestra mente intenta resistir el cambio y lucha para adaptarse a las nuevas circunstancias. De esta forma, podemos determinar que la pareja duradera se caracteriza a su vez por una cualidad que la distingue de las demás: la resiliencia.
La resiliencia en la pareja
La resiliencia de una persona es su capacidad para superar y sacar fuerzas de las circunstancias adversas o estresantes. Viktor Frankl nos enseñó su trascendencia y la necesidad de aplicar esta dimensión en nuestro día a día; también a nivel de pareja. De este modo, despertamos esa competencia compartida con la cual, reaccionar a los cambios con flexibilidad y dinamismo.
Las parejas inoxidables raramente construyen limitaciones y reglas que limiten la libertad individual de su compañero.
Características de las parejas duraderas basadas en la resiliencia
Veamos a continuación cuáles son esos pilares básicos que erigen un amor para toda la vida.
Comparten valores: Una pareja resiliente, en primer lugar, posee una fuerte compenetración. Están de acuerdo con la prioridad que dan al sexo, dinero, trabajo, familia, amistad, etc. Y, sobre todo, están dispuestos a aceptar sus diferencias.
Libertad y desarrollo personal. La pareja resiliente se concede un amplio espacio de libertad, estimulando y los promoviendo el desarrollo personal de ambos miembros. Lo que llama la atención en las parejas estables es la clara división de roles, que no es consecuencia de una decisión unilateral, sino espontánea, acordada y, sobre todo, flexible.
Alta independencia familiar: las parejas resilientes forman una familia y limitan la interferencia de los padres y parientes, aunque permanezcan totalmente integrados en la familia. En comparación, las parejas poco estables tienden a mantener una unión con sus padres al límite de la simbiosis.
Sexo y pasión: las parejas resilientes mejoran su vida sexual con el paso del tiempo y saben gestionar los períodos en los que, fisiológicamente, puede haber una pérdida de la libido. Una pareja resiliente tiene sexo, mientras que una en declive lo hace menos y sin pasión.
La resiliencia en la pareja no es una píldora que pueda tomarse según necesidad, ni un remedio para parejas en crisis. Es el resultado de un compromiso genuino y continuo, basado en el respeto mutuo y en la toma de conciencia de que estar juntos es una opción que se renueva cada día.