Familiares y amigos protestaron por la situación del barrio y exigieron justicia.
Como un triste consuelo, hay personas que repiten que la muerte es algo que nos iguala a todos. El asesinato de Paola Ávila prueba que eso es mentira: están los crímenes que conmueven a todos y están los otros, los clase “b”, los que apenas importan y se olvidan rápidamente porque parecería que hay un desenlace lógico de la víctima.
El viernes, su cuerpo fue hallado en un descampado del barrio Puerto Argentino. Le habían destrozado el cráneo con un bloque de cemento. Hay un detenido, pero todavía no se sabe si él fue el asesino, tampoco si había más personas.
Hoy sus familiares convocaron a marchar para exigir justicia. Debían juntarse en la plaza de barrio Alto La Viña, para ir, desde ahí, hasta la sede de gobierno, a cinco minutos del lugar.
A las 12.30 sólo había 8 mujeres y un niño. Entonces Patricia, hermana de Paola, dijo que marcharían igual, aunque fueran tan pocos. No ocultó su decepción: en tres días parecía que a pocas personas le importa la muerte de Paola.
A metros de donde se juntaban, Acción Poética había intervenido una pared con la frase: “Mucha gente pequeña , en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. El optimiso de las palabras pintadas en la pared contrastó con el sufrimiento de quienes se juntaron a marchar.
La noticia de la detención de un sospechoso no es ningún aliciente Patricia reclamo que Pablo Guillermo Campos no se conocía con Paola. Que no eran pareja. Que su única pareja está en la cárcel. De Campos sólo mencionó que puede estar vinculado a la venta de droga. O no, no está segura. “Si es culpable que pague, si sabe algo, que declare. Lo pido como mujer que soy, lo pido como la hermana que soy”, dijo.
Otra hermana lloró. Una vez recuperada, dijo que el barrio sigue siendo “tierra de nadie”: en el descampado, donde hallaron el cuerpo, no dejaron de juntarse patotas a tomar alcohol, transas a vender droga. “Puerto Argentino es tierra de nadie, están todo el día falopeándose ahí”, dijo Patricia.
Por eso exigen que, además de justicia, esos terrenos dejen de ser un lugar para los delicuentes. Que se desmalece, que pongan luces. Si es posible, que construyan casas. Están cansadas de tener una vida clase “B”.
Las mujeres comenzaron su marcha solas, sintiendo que la muerte de Paola ya no le importaba a nadie. Como a nadie le importó su vida.
Dieron sus primeros pasos, bajo paraguas coloridos e infantiles, con los cuales intentaron protegerse de un sol tremendo, devastador.