Luego de la declaración de los cuatro imputados, los jueces de la Sala IV del Tribunal de Juicio resolvieron fijar para este miércoles 29 de junio la audiencia de alegatos en la causa seguida por el homicidio de Sandra Palomo. Comenzará a las 9 y ese mismo día expondrán la fiscalía, la querella y las defensas.
Las instancias finales del juicio serán transmitidas en vivo por el canal del Poder Judicial de Salta en Youtube.
Hoy comparecieron los últimos testigos: peritos del CIF que analizaron celulares secuestrados en el marco de la causa. A continuación solicitaron declarar los cuatro imputados: Ian Esteban Caro, Ricardo Nahuel Bonifacio, D. R. C. y H. E. C. (menores al momento del hecho), quienes están imputados por la fiscalía como partícipes secundarios del delito de homicidio calificado por alevosía, ensañamiento criminis causa y por mediar cuestión de género. La parte querellante, en tanto, los considera coautores.
L. N. C. V. (15 años al momento del hecho) fue sobreseído por inimputabilidad. El menor había sido acusado del delito de homicidio calificado por alevosía, ensañamiento criminis causa y por mediar cuestión de género.
Caro declaró y aceptó responder preguntas de las partes. Relató que el 31 de agosto de 2019 había ido a almorzar a la casa del abuelo de Bonifacio. Como a las 16.30, su amigo le propuso ir a su domicilio, en ampliación del Intersindical. Llamaron un remís y, en el trayecto, Bonifacio recibió una llamada de un número privado. Era D. R. C., para proponerle hacer algo juntos. Él aceptó y cambiaron de rumbo para dirigirse a la casa del interlocutor.
Cuando llegaron esperaron un momento y vieron arribar a D. R. C. a toda velocidad, en una camioneta Toyota Hilux gris. Iba en la parte de atrás de la cabina y les indicó que subieran. Al volante del vehículo iba L. N. C. V. y, en el asiento del acompañante, H. E. C.
Caro aseguró que a estos dos últimos no los conocía. Al imputado D. R. C. sí, pero estaban distanciados desde hacía un par de meses porque habían tenido “una discordia”.
Anduvieron dando vueltas en la camioneta, a mucha velocidad. En un momento –continuó Caro- él observó que había una mancha sanguinolenta en el techo. Luego el conductor se sacó la capucha (vestía una campera negra) y Bonifacio le preguntó por qué tenía la cara manchada con sangre. L. N. V. C. se limpió y volvió a ponerse la capucha.
El acusado sostuvo que, cuando estaban entrando a barrio 14 de Mayo, el menor sobreseído y H. E. C. comenzaron a susurrar. Alcanzó a escuchar al conductor cuando decía: “¿Qué hago? ¿Les digo o no?”
Bonifacio les preguntó de qué hablaban y fue entonces que L. N. V. C. les contó: “Tenemos un fiambre atrás”. Bonifacio le preguntó si se refería a un cuerpo y asintió.
Caro manifestó que en ese momento no creyó que fuera verdad. Luego, cuando ingresó a toda velocidad a un descampado, maltratando el vehículo, se dio cuenta de que era verdad.
Caro dijo que ninguno de los ocupantes le indicó a L. N. V. C. que se dirigiera hasta ese lugar. Cuando detuvo el rodado, el conductor se fue a la parte de la caja, que tenía cobertor. El imputado D. R. C. también se dirigió a esa parte posterior. Lo vio estirar el cuerpo como si arrojara algo. Luego tiraron bolsas de supermercado.
Caro sostuvo que él no quiso ayudar ni mirar y se fue a la parte delantera de la camioneta. Solo escuchó el golpe seco del cuerpo al caer y cómo lo arrastraban.
Luego L. N. V. C. subió raudamente al vehículo, dijo “vamos, vamos” y se retiraron del lugar. Volvieron a barrio 14 de Mayo, a la casa de D. R. C., para buscar una manguera. La retiraron y Bonifacio le pidió al conductor que lo acercara a su casa. Accedió y, al llegar al block, condujo al sector de las cocheras. Allí conectó la manguera y comenzó a lavar el vehículo por fuera y también la caja.
En ese momento H. E. C. comentó que estaba nervioso, que quería fumar y se fue con Bonifacio al kiosco a comprar cigarrillos. Caro afirmó que se quedó con D. R. C. en la cochera, “hablando y deduciendo qué habría pasado con la señora”.
Caro dijo que sintió miedo, que pensó que el conductor y H. E. C. podían tener un arma de fuego. Recién los conocía y no sabía lo que podían hacer.
Acerca de la búsqueda que realizó en su tablet sobre qué pena puede recibir un “cómplice de femicidio”, el acusado refirió que hizo esa consulta en Google una sola vez “porque le agarró curiosidad”. Fue cuando subió y se quedó solo con Bonifacio en su departamento. Sostuvo que no dieron aviso a la policía porque pensaron que los podían culpar y podían quedar presos.
Precisó que demoró dos semanas en presentarse ante las autoridades y en contarle a su hermana lo ocurrido. Fue con Bonifacio a la policía y quedaron detenidos.
Luego declararon los otros tres imputados, sin aceptar preguntas de las partes.
Bonifacio hizo el mismo repaso de Caro con respecto a la actividad que compartieron ese día, en casa de su abuelo, hasta que se encontraron con los otros tres acusados.
Precisó que, cuando estaban afuera de la casa de D. R. C. y él llegó en la camioneta, iba sentado en la parte trasera. Les propuso: “Vamos de gira”, y ellos subieron.
Dijo que cuando L. N. V. C. dijo que “atrás tenían un fiambre”, él no supo a qué se refería. Y cuando llegaron al descampado, D. R. C. se fue a la parte de atrás de la camioneta con el conductor. Este último le dijo que lo ayudara pero él le contestó que no iba a tocar nada y se fue a la parte delantera, con Caro.
Su relato en este punto fue coincidente con el de su amigo: “Sentí un golpe seco. H. E. C. tiraba bolsas y L. N. V. C. tapaba algo con hojas secas. No alcancé a ver qué era”.
Cuando se fueron de allí, el conductor le preguntó a D. R. C. si tenía manguera; él le dijo que sí y se dirigieron hasta su domicilio.
Luego declaró el imputado H. E. C. Dijo que quería hacer algunas aclaraciones en relación a lo que ya había relatado en el transcurso de la reconstrucción del hecho.
Dijo que cuando D. R. C. fue a su casa después de ese 31 de agosto, él le propuso que “tenían que contar lo poco que sabían”. También admitió que fue él quien grabó el video donde se ve a L. N. V. C. llegando en la camioneta de la víctima. “Ahí me estoy riendo porque L. (el menor sobreseído) siempre hacía cosas graciosas. Simulaba ser enfermito, quería llamar la atención. Yo lo filmé y lo subí a mi estado de whatsapp”.
Sobre el dinero que sustrajeron de la camioneta precisó: “Pensé que el vehículo era de L. N. V. C. y que la plata era de él. Por eso la saqué y compré bebidas alcohólicas y cigarrillos”.
Finalmente sostuvo que, luego de dejar el cuerpo, se fueron a una fiesta “porque no quería volver a mi casa con este tipo de personas, como es L”.
Por último, el imputado D. R. C. dijo que ese 31 de agosto llamó a Bonifacio como a las 17.40 desde el celular de su padrastro para proponerle verse. Él accedió y quedó en ir hasta su casa. Mientras lo esperaba llegó H. E. C. en una camioneta. Le dijo: “Subí, vamos a dar unas vueltas”. Ahí conoció a L. N. V. C., que iba al volante. Les pidió que regresaran a su casa porque iban a ir a verlo dos amigos y entonces el conductor le lanzó: “Aguantá porque tengo un fiambre en la caja”. Él no le creyó.
Sobre lo ocurrido en el descampado, el acusado manifestó: “L. N. V. C. entró manejando a toda velocidad. Bajó y me dijo que lo ayude. Abrió la parte de atrás y vi dos piernas. Me asusté, me hice para atrás. Bonifacio me preguntó qué pasaba y le dije que estaba todo mal”.
D. R. C. aseguró que el conductor sacó el cuerpo y lo cubrió con hojas. Luego comenzó a arrojar bolsas de mercadería. Afirmó que él se quedó “tildado” y no vio qué hacía H. E. C.
Sobre la manguera que le prestó al menor sobreseído, el acusado manifestó que L. le preguntó dentro de la camioneta si tenía una y “lo miró con cara de loco”. Por eso le dijo que sí.
Señaló que, cuando estaba sacando la manguera de su casa se cruzó con su padrastro, pero no le contó lo que había pasado porque L. N. V. C. estaba detrás de él.
Finalmente dijo que aceptó ir a la fiesta con H. E. C. porque sabía que ahí iba a estar su novia y a ella le contaba todo. Cuando L. N. V. C. se ofreció a llevarlos, en el trayecto le preguntó qué había pasado. Sostuvo que le dio explicaciones vagas e imprecisas, aduciendo que la camioneta era de su papá, que se la habían robado, que luego se la había prestado a unos amigos y que el cuerpo llevaba cuatro días en la caja.
El juicio se realiza con tribunal colegiado integrado por los jueces Norma Beatriz Vera (presidenta), Roberto Lezcano y Maximiliano Troyano (vocales).
Por el Ministerio Público intervienen los fiscales Mónica Poma y Pablo Rivero. La querella está representada por Gabriela Arellano y Javier Latorre. La defensa de los acusados está en manos de Florencia Maggio y Orfeo Maggio (Ian Esteban Caro), Américo Dante Díaz (Ricardo Nahuel Bonifacio), José Alejandro Ortín Fernández (D. R. C.) y Daniel Arnedo y José Ricardo Belbruno (H. E. C.).