Tras las elecciones de Córdoba, la conducción del Justicialismo se plantea definir un frente opositor antes del fin de mayo. También tiene en su agenda la evaluación de las elecciones provinciales y el fallo de la justicia que invalidó el voto por mail para los extranjeros.
La ex presidenta participó de un encuentro con los principales dirigentes del partido y aseguró que "el próximo gobierno estará condicionado por el nivel de endeudamiento"
Cristina Kirchner volvió al centro de la escena pero, esta vez, sin su nuevo libro en la mano. Participó de un encuentro en el Partido Justicialista en el que se convirtió en la figura y el centro de atención. Su sola presencia revolucionó al peronismo y el kirchnerismo. Su foto, junto a la de los principales dirigentes del partido, fue un símbolo de unidad potente a pocos días del cierre de las listas de candidatos.
La ex presidenta les bajó un mensaje claro a los dirigentes que estuvieron a su alrededor durante la reunión. Les dijo que hay que armar una coalición amplia que rompa límites electorales y pueda estar preparada para gobernar. Además, les aseguró que estará en el lugar que le toque apoyando la conformación de un gran frente electoral. "Voy a estar donde pueda ser útil", sostuvo.
No hubo confirmación de candidaturas, ni señales claras del camino que seguirá en el corto plazo. Sin embargo, un puñado de dirigentes considera que su presencia en el PJ es una señal consistente de que será candidata a presidente. Especulaciones en base a gestos.
La economía fue el eje de la cumbre y lo que despertó las criticas de la ex jefa de Estado al gobierno de Mauricio Macri. Durante el encuentro marcó que el nivel de endeudamiento que hoy tiene la Argentina va a condicionar la gestión del próximo gobierno, y que la economía está destruida luego de los tres años de gestión de Cambiemos. Además, cuestionó el nombramiento de jueces en los últimos meses de gobierno y las decisiones que tomó Macri para timonear la crisis.
Cristina también reafirmó el camino que el PJ ha transitado en los últimos meses con José Luis Gioja levantando la bandera de la unidad y con un grupo heterogéneo de dirigentes políticos y sindicales respaldándolo. Una estrategia que consta en sumar, nombre por nombre, a representantes de distintos sectores de la oposición. De esa forma el diputado sanjuanino logró sentar en la misma mesa a Hugo Moyano y Héctor Daer, representantes de dos corrientes sindicales que se critican mutuamente cada vez que pueden.
Esa unidad , según entienden en el PJ, se traspolo a los armados electorales en tres provincias: Córdoba, San Juan y Entre Ríos. En todas el peronismo fue unido. Ese ejemplo giró durante la charla que Cristina brindó en la tarde de este martes. Sin embargo, en las tres provincias el kirchnerismo fue un socio minoritario que ayudó a evitar filtraciones. Ese dato no fue expuesto y es significativo para entender la debilidad en el interior del país del espacio que conduce la ex jefa de Estado.
Es verdad que Sergio Uñac y Gustavo Bordet acordaron con el sector K local para unificar el espacio opositor dentro de los límites de la provincia. Pero ese accionar no fue el mismo que llevó a cabo Juan Schiaretti, que el domingo logró un triunfo contundente y confirmó que el camino que debe seguir el peronismo debe llevarlo a romper la grieta que tiene a Cristina Kirchner y Mauricio Macri a cada lado. El gobernador cordobés descartó un acuerdo con el kirchnerismo. Aunque no fue explícito, fue claro.
Cuando Cristina se paró y salió del salón donde se llevó a cabo el encuentro, el que tomó la palabra fue Alberto Fernández, su mano derecha en este nuevo tiempo. El ex jefe de Gabinete pidió convocar a los gobernadores peronistas y, en especial, a Sergio Massa. El pedido fue explícito y generó consenso entre los presentes.
Dentro del kirchnerismo consideran que el único dirigente capaz de sumarse a un armado nacional es el ex intendente de Tigre. Por eso las conversaciones entre Unidad Ciudadana y el Frente Renovador se mantienen activas. El objetivo en el corto plazo es lograr un acuerdo con Massa y terminar de cerrar un frente electoral antes del 12 de junio, día en que deben presentarse la conformación de alianzas frente a la justicia electoral. Es, objetivamente, la mayor unidad que pueden lograr.
Así lo entienden.
De la cumbre también se desprendió el acuerdo para que los partidos que conforman Unidad Ciudadana y el PJ confluyan bajo un mismo frente electoral. Una jugada diametralmente diferente a la que Cristina llevó a cabo en el 2017, cuando decidió formar su propio espacio político y no incluir al PJ, con el fin de evitar competir con Florencio Randazzo en unas PASO.
La voluntad de poder y la búsqueda del camino que los lleve de regreso al gobierno logró dejar atrás las diferencias que muchos de los dirigentes más importantes tenían hasta hace poco tiempo. Las discrepancias y las críticas quedaron enterradas. El mejor ejemplo quizás sea el de Alberto Fernández, quién después de alejarse del gobierno kirchnerista estuvo junto a Sergio Massa y luego con Florencio Randazzo. En la actualidad es un hombre clave en el círculo más chico de la ex presidenta.
Pero no solo el ex jefe de Gabinete está anotado en esa lista. Felipe Solá se alejó del kirchnerismo durante largos años y en la actualidad puso un pie en el mismo espacio que tiene a Cristina Kirchner como líder. Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego, fue una de las primeras dirigentes en sumarse a Alternativa Federal, el esquema del peronismo federal que se distanció del kirchnerismo. Este martes estuvo sentada a dos metros de la ex presidenta y respaldo el pedido de unidad.
Hugo Moyano, secretario general del Sindicato de Camioneros, también dejó atrás las diferencias con Cristina. El gremialista encabezó cinco paros generales durante el segundo gobierno de la ex jefa de Estado y aseguró que la entonces presidenta "nunca tuvo simpatía con el movimiento obrero organizado". Esta tarde, en la puerta del PJ, dijo: "Cristina es una buena candidata".