Días pasados, la biker misionera Paula Quiróz, actual número 56 del mundo, fue provisionalmente suspendida por la Unión Ciclista Internacional (UCI), al constatarse rastros de eritroproyetina (EPO) en un control hecho en el pasado mes de marzo
Esta situación se produjo en una carrera de MTB en Brasil, donde llegó en 2da. posición. Su entrenador, el mendocino Ignacio Gili, asumió que le inyectó esa sustancia en el mes de enero, sin que ella lo supiera, aunque declaraciones posteriores de la ciclista, acusa duramente a Gili, quien ahora, salió a defenderse. “Mi responsabilidad la asumo al haber suministrado medicamento no siendo profesional de la medicina, pero por mi estado de salud es lo que siempre me colocó y creí que iba a ayudar a la mejor recuperación ante el esfuerzo”, afirma Gili. Luego agrega que: “Conforme lo manifestado por la atleta fue en esa ocasión que le suministre esa medicina contaminada, ahora bien, los análisis de antidoping se hicieron en el mes de marzo, en Brasil, ocasión en que ella fue acompañada por toda su familia, y yo como asistente y entrenador”.
Luego afirma: “Si bien acompañé y aconsejé sobre todo el plan de entrenamiento, jamás le suministre ningún programa de la sustancia que apareció en su antidoping, y menos aún puede salir casi tres meses después de su colocación (por más que hubiese estado contaminada). Y concluye: “Me encuentro a plena disposición para salvaguarda de mi buen nombre y honor, no tengo responsabilidad alguna en las acciones de mi dirigida, y ocurriré ante la justicia para deslindar toda responsabilidad”.