Previo a la final ante Orlando City, el argentino relató sus días en la burbuja de la MLS, el miedo por sus seres queridos y lo que debió vivir en Ucrania.
Restan un puñado de horas para el silbatazo inicial y, si bien permanecen solo dos equipos en la burbuja anticoronavirus de Florida y las tribunas seguirán desnudas de gente, gran parte de Estados Unidos observará, expectante, frente al televisor la final de la MLS entre Portland Timbers y Orlando City. En cancha estará el argentino Sebastián Blanco, quien contó sus sensaciones en vísperas del duelo crucial.
El ex-Lanús sabe que rodará la pelota y habrá fiesta de campeón en el segundo estado con más contagios de COVID-19 de todo el país (hasta ayer, 526.577): "El miedo a enfermarme no lo tengo por mí, porque tengo buena salud, sino porque puedo contagiar a otro y que lo pueda llegar a matar". Y agregó en una charla con La Nación: "Me preocupa mi abuela porque es una persona de alto riesgo y además se recuperó de un cáncer hace muy poco, es difícil explicarle a toda mi familia que no vayan a visitarla, porque es doblemente de riesgo”.
Además, el volante criticó la negligencia de las autoridades sanitarias en torno al reinicio del deporte local: “Estamos viviendo en una modernidad que es una locura. La segunda división está jugando con público en la cancha en ciudades en donde hay picos de contagio y nosotros estamos en esta burbuja, al igual que la NBA. Puedo llegar a ver a LeBron desde lejos. El fútbol americano, en algunos casos, va a empezar con público, el béisbol arrancó cada uno en su cancha”.
El hermético hotel donde se hospeda es de cinco estrellas y tiene comodidades inimaginables, pero después tanto encierro, esos lujos le importan poco a Blanco. “Al principio del torneo, dos equipos se tuvieron que ir por haber tenido contagios. No se puede salir del hotel, hay seguridad por todos lados, no puede entrar nadie a tu habitación, te dejan todo en una mesa que está afuera, todo desinfectado. Día por medio hay un test, antes y después de los partidos. Horarios para todo. Estamos controlados todo el tiempo, hay que ser responsable y minimizar los riesgos”, relató el de Portland.
Más allá del coronavirus, el racismo y el abuso de la autoridad policial también arrebata innumerables vidas en la nación de las estrellas y barras, y es por eso que el pueblo dejó de quedarse callado. "Soy de los que creen que toda manifestación pacífica es bienvenida. Yo apoyo esa lucha. El jugador de fútbol tiene una llegada muy grande en la sociedad, porque es una figura pública”, aseguró.
Sin embargo, el oriundo de Lomas de Zamora ya vivió en carne propia lo que es pasarla realmente mal, jugando para Metalist de Ucrania. "Mientras yo jugaba a la pelota, había una guerra entre rusos y ucranianos. Y me fui cuando explotó el conflicto; después, el club desapareció. Era cruzar la calle y que una bala perdida te pegue y te mate. Estaba en una situación de peligro. Un día íbamos a jugar a Kiev, la capital, donde estaba la cosa muy fea. Cuando llegamos al estadio, había barricadas de neumáticos y soldados por todas partes”, expuso.
A partir de las 21.30, en el predio de Disney, Timbers y Orlando City buscarán quedarse con la copa de la MLS. Blanco sabe que después del encuentro volverá a su casa a ver a sus seres queridos. “Extraño los abrazos”, cerró.