El equipo de Carlos Bianchi se hizo fuerte en Brasil y con goles de Tevez, el Chelo Delgado y Schiavi, de penal, se quedó con el torneo más importante a nivel clubes de América.
Eran tiempos de gloria para Boca, de alegrías grandes, importantes, por momentos hasta difíciles de entender cómo se sucedían una tras otra sin parar. Lo realizado en el año 2000, conseguir la triple corona que incluía el torneo local, la Copa Libertadores y hasta la mismísima consagración Intercontinental, parecía un anhelo imposible de repetir. Sin embargo, cuando nuevamente Bianchi se pone al mando del equipo, todo volvió a ser posible y una parte importante de la eterna gloria que se repetiría comenzaría a lograrse aquella noche del Morumbí.
El equipo del Virrey llegaba firme, sólido, con confianza y optimismo gracias a la victoria por 2-0 ante el poderoso Santos de Robinho y Diego obtenida en condición de local, triunfo que se consiguió tras dos conquistas a cargo de Marcelo Delgado, un tremendo delantero que pasaba por un momento increíble.
La histórica noche de la consagración, el estadio ubicado en San Pablo explotaba de gente, más de 73 mil fanáticos se congregaron para alentar a Santos y dar vuelta la historia vivida en Buenos Aires.
Abbondanzieri, Ibarra, Schiavi, Burdisso, Clemente Rodriguez; Battaglia, Cascini, Cagna, Javier Villarreal; Delgado y Tévez fueron los once seleccionados por el experimentado DT xeneize para arrancar el partido.
Como era de esperarse, los primeros minutos el equipo local tomó la iniciativa y buscó rápidamente el gol que acorte la distancias en el marcador global. Lo cierto es que en el minuto 21, una magnífica doble pared entre Battaglia y Tévez seguida de una enorme definición de Carlitos puso el 1-0 para los visitantes y acalló totalmente el estadio. Tres goles de diferencia ya eran demasiado y más si enfrente estaba aquella versión del equipo argentino.
Ya en la segunda parte, a los 30 minutos Alex puso el empate parcial en el encuentro pero la ventaja en el golbal seguía siendo muy grande y Delgado con una soberbia definición ya en el minuto 39 sentenció la serie. Todavía quedaba algo más y tres minutos después, ya en tiempo de alargue, de penal el Flaco Schiavi puso el 3-1 final.
El festejo del plantel junto a los hincha que acompañaron fue realmente impresionante, un joven Carlos Tevez lloraba emocionado mientras nuevamente Carlos Bianchi palmeaba uno a uno a sus futbolistas con un gesto tan sincero como paternal. Hay quienes toman esa final como la revancha de aquella edición de la Copa Libertadores de 1963 donde el equipo de Pelé venció al Boca de Rattín en una vieja definición disputada en La Bombonera. Lo cierto que ya había pasado demasiado tiempo como para pensar en eso, era el momento de festejar la quinta conquista azul y oro en este tradicional torneo, el más importante a nivel clubes que se desarrolla en América.