River inclinó el partido con los cambios y terminó goleando 3-0 a Aldosivi. Victoria merecida de un equipo que está en la búsqueda.
Apareció Borja entre los cambios y de pronto se disipó la bruma de Mar del Plata. Todos los caminos al gol que el mal estado del campo de juego, sumados a nuestras imprecisiones, habían logrado entorpecer, se aclararon de golpe. Una asistencia de pecho a la definición a lo Romario de Palavecino; el doble amague previo a cederle el segundo a Beltrán y la definición de jerarquía sacando del medio con la variante de que el que sacó del medio era el rival.
Esos minutos de Borja le aportaron el toque de distinción a un partido que se había caracterizado por las enormes dificultades nuestras para jugar y las carencias del adversario, último en el campeonato. Atacamos a los tropezones y también cometimos algunos errores defensivos que bien pudieron poner al partido cuesta arriba. La diferencia de jerarquía era evidente pero esta vez fue en el ST donde se pudo hacer sentir esa superioridad con nitidez.
Borja sobresalió claramente y también los ingresos de Solari y De la Cruz resultaron positivos. Se sumaron a un Palavecino que se puso a cargo de la idea de ganar el partido que siempre tuvo River pero que en el comienzo no pudo desarrollar en plenitud.
Ahora miramos el resultado y cuando un equipo gana 3-0 son todas rosas. No tanto. Hubo un final a toda orquesta pero antes pasamos momentos de desconexión. Es un River que todavía está inestable, no podemos decir que ya está, que lo volvió a encontrar el Muñeco, que otra vez lo hizo funcionar. Hacen falta tiempo, resultados y solidez para ganar en convencimiento sobre lo que se hace y cerrar el círculo con la confianza. Todavía no somos un equipo confiable.
Somos un equipo de momentos. Algunos buenos, otros malos. Con una media de individualidades por encima de los rivales o de la gran mayoría de los rivales en el concierto doméstico y con el mejor técnico de la historia. Es cuestión de que salte la chispa y cuando eso ocurre, al engranar dos o tres jugadores, se produce la magia y entonces se suceden los pases y las combinaciones, las apiladas, los gestos en los que nos reconocemos como equipo.
Falta mucho aun. Una cosa será consecuencia de la otra. Hay que seguir ganando, eso va a ayudar a sumar confianza y también para intentar pelear el campeonato. No hay que apurarse ni dejarse llevar por pronósticos grandilocuentes. Esto es lo que somos hoy. Un equipo que se está haciendo al andar después de recibir un duro golpe y de sufrir bajas importantísimas.
Sigamos con el perfil bajo y la guardia alta. No nos sobra absolutamente nada. Tal vez en pocos días podamos decir que pasó la crisis de crecimiento...