Hay cada vez más empresas que fabrican y sacan a la venta diferentes estilos con diseños modernos.
El Air, que tiene filtros HEPA integrados, dura cuatro horas encendido con una batería de litio y cuenta con una tela extraíble que se puede lavar. (MicroClimate vía The New York Times)
“Si tenés que estornudar, estás en problemas”, señaló Bill Johnson para referirse al uso de Air, un visor de acrílico que evoca la cultura cosmonauta soviética de la década de 1960. Johnson, de 44 años, un ingeniero de video y voz radicado en Utah, había probado un primer modelo del dispositivo en un avión que viajaba de Salt Lake City a Seattle y de Seattle a Ketchikan, Alaska, luego en un viaje de tres horas por transbordador y en un hidroavión de flotadores para llegar a su cabaña en el bosque. “Volé con mi hermano mayor y no pudo sentirse más avergonzado”, comentó. La mayor parte del tiempo, no se dio cuenta de que lo traía puesto, salvo cuando la gente se le quedaba viendo. “Los nenes me señalaban y se reían”, recordó Johnson. “Fueron los más sinceros”.
La careta Air, la cual tiene filtros HEPA integrados, dura cuatro horas encendida con una batería de litio y cuenta con una tela extraíble que se puede lavar, es uno de los nuevos dispositivos de vestir del estilo de la era espacial que se venden como la evolución de la cultura del tapabocas. También existe la BioVyzr, una protección facial presurizada y antiempañante con dos ventiladores ajustables que duran hasta ocho horas con una sola carga de USB. Los creadores describen el dispositivo, que se parece un poco al protector para el clima que llevan los carritos para bebé, como un nuevo modelo de equipo de protección personal: un respirador con suministro purificador del aire (PAPR, por su sigla en inglés), el cual, según los creadores, puede eliminar hasta un 95 por ciento de las partículas, como las gotas y los aerosoles. Una opción más minimalista es la iSphere, una esfera con media docena de variaciones ajustables como filtros, válvulas, audífonos e incluso tubos de buceo.
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El auge de las mascarillas generó una industria artesanal muy experimental. La BioVyzr, la cual recaudó más de 750.000 dólares en mayo en Indiegogo, un sitio de financiamiento colectivo, vendió más de 50.000 unidades a 379 dólares la pieza a clientes y mayoristas de todo el mundo, una venta total de 18 millones de dólares, según Yezin Al-Qaysi, el director ejecutivo de 32 años de Vyzr Technologies. Los envíos comenzaron en septiembre y seguirán en octubre. Microclimate, el fabricante de Air, asegura que vendió 1000 unidades a 199 dólares cada una y comenzará a enviarlas a mediados de octubre. Sin embargo, con meses de desinformación, politización y confusión absoluta tan solo en la manera de usar las mascarillas y cuáles son las mejores, muchos expertos se preguntan: ¿estas creaciones futuristas son creíbles?
Laurie Herzlin, de 55 años, compró dos BioVyzr, “para volver a salir al mundo porque he estado aislada durante 203 días”. Herzlin está inmunodeprimida y había planeado usar la careta en un vuelo desde su casa en Florida para visitar a su hija en Toronto. “Sí, la gente se te quedará viendo. Hasta te podrían tomar fotos y publicarlas en redes sociales. Pero no me importa”, comentó Herzlin. “Solo quiero estar sana”. Después de varios intercambios de correos electrónicos y llamadas telefónicas con Air Canada, en los que les envió fotos de las BioVyzr (una petición de la aerolínea), la empresa se rehusó a permitirle su uso en el avión. “A final de cuentas, Air Canada me dio una respuesta genérica que citó ‘problemas de seguridad’”, mencionó Herzlin. Un doctor del departamento médico de la aerolínea le dijo que las BioVyzr “no cumplen con la descripción de mascarillas seguras permitidas”, un razonamiento que Herzlin consideró “insensato”. Air Canada se rehusó a comentar sobre el incidente, pero señaló que su política para las mascarillas se rige por las regulaciones del gobierno canadiense.
Johnson comentó que, entre todas sus conexiones de camino a Alaska, tan solo un agente de la Administración de Seguridad en el Transporte le había hecho quitarse el visor Air. “Le dije: ‘Me está pidiendo que me quite la mascarilla, pero está dejando que todos los demás tengan la suya puesta’”, recordó. “Tuvo que decirle a alguien que se quitara una mascarilla en una pandemia”. Una vez que estuvo a bordo, el personal de Alaska Airlines quedó asombrado: “El piloto dijo: ‘Necesito uno de esos, ¿dónde lo consigo?’. Los sobrecargos pensaron que era increíble”. ¿Estas mascarillas son más efectivas que las mascarillas normales? La respuesta corta: no. Agregar protección a los ojos, como vidrios o un visor, podría ser benéfico, de acuerdo con un estudio de septiembre en 276 casos de COVID-19 en un hospital chino de Suizhou. Si bien sería demasiado pronto para sacar conclusiones con un grupo de estudio tan pequeño, cualquier barrera que impida el contacto con nuestro rostro es positivo.
Sin embargo, ¿qué sucede con el flujo de aire? ¿Y qué tan herméticas son? “Para cualquier mascarilla o filtro sofisticado, debemos tomar en cuenta qué tan bien se ajustan a la cara”, comentó Chenyu Sun, un internista del Hospital Saint Joseph en Chicago, quien hace poco coescribió un estudio sobre la eficacia de las mascarillas. Sun señaló que los profesionales de la salud a menudo obtienen mascarillas N95 que están hechas a la medida, y que sería problemática una estrategia en la que haya una talla única para todos, al igual que una falta de lineamiento para un uso adecuado. “Es probable que pocas personas sepan cómo quitarse bien las mascarillas sin contaminarse. Sucede lo mismo con estos dispositivos”, comentó Sun, quien agregó que usar ropa deportiva para el Día del Juicio Final podría tener consecuencias psicológicas involuntarias. “¿El público general sí las aceptará? Ahora, incluso para las mascarillas normales, hay mucho debate”.
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“La gente se sorprende, pero creo que en Canadá son muy educados, así que nadie se te queda viendo durante mucho tiempo”, comentó Al-Qaysi, quien usa las BioVyzr por el centro de Toronto, donde la empresa tiene su sede. Raina MacIntyre, la directora del programa de investigación en bioseguridad del Instituto Kirby de la Universidad de Nueva Gales del Sur y la autora principal de un análisis sobre las mascarillas, advierte que, si estas mascarillas no “ofrecen un sellado perfecto en todas las superficies de contacto, el aire sin filtrar entrará precisamente por esos huecos. Los filtros HEPA son buenos para filtrar patógenos, pero estos dispositivos deben ser probados para comprobar la filtración y ver cómo le queda a la gente”. MacIntyre agregó: “La razón para que haya un sellado perfecto es para obligar el aire a pasar por el filtro”.
Según MacIntyre, los modelos realmente efectivos contarán con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos y del Instituto Nacional para la Salud y la Seguridad Ocupacional, la agencia que regula este tipo de respiradores. “El virus está presente en aerosoles, así que ese tipo de dispositivos no ofrecerán protección”. Aunque las mascarillas tienen un papel en la comunicación y la expresión, los productos llamativos crean una falsa seguridad, opinó Sun, quien enfatiza la necesidad continua de equipo de protección personal asequible, distanciamiento e higiene básica. “Una simple protección de tela será más adecuada para la mayoría de las personas”, comentó Peter Chin-Hong, un especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de California, campus San Francisco. Más allá de las miradas asombradas, las mascarillas futuristas “no ofrecen más ventajas”, mencionó Chin-Hong. “No hay ninguna literatura arbitrada por pares ni una organización regulatoria que haya revisado con rigor estos datos y certificado que sirven para equipo de protección personal ocupacional”.