Cada día ingerimos más comida procesada y cada día perjudicamos más nuestro cuerpo. Según un estudio publicado en la revista Nature, los conservantes artificiales que se usan en muchos de estos alimentos pueden aumentar el riesgo de enfermedades inflamatorias intestinales y trastornos metabólicos.
La investigación, llevada a cabo por la Universidad Estatal de Georgia (EEUU), ha descubierto que los productos químicos conocidos como "emulsionantes", que son aquellos que se utilizan para mejorar la textura y aumentar la vida útil de los alimentos, alteran la composición de las baterias del colon, según informa la revista Muy Interesante.
Es la primera vez que un estudio demuestra que estos aditivos, comunes en productos como margarinas, salsas, galletas, helados, leches infantiles o mermeladas, afectan directamente a la salud de las personas.
Para realizar el estudio los científicos han realizado un experimento con ratones. A uno de los grupos se les administró dos emulsiones, de polisorbato 80 y carboximetil celulosa, en una dosis similar a la de los alimentos procesados. El segundo grupo era el grupo de control. Pasado un tiempo, los investigadores hallaron que esas sustancias que les habían dado alteraron la microbiota intestinal convirtiéndolas en bacterias pro-inflamación.
Estas nuevas bacterias alteradas podían infiltrarse en la capa de moco denso que recubre el intestino, que producía bacterias que podían activar la expresión génica pro-inflamatoria del sistema inmune. De este modo, los ratones que no tenían propensión a este trastorno desarrollaron colitis crónica, mientras que los que no estaban genéticamente inclinados a sufrir colitis sí presentaron inflamación intestinal leve y síndrome metabólico, circunstancias que provocan el desarrollo de obesidad, hiperglucemia y resistencia a la insulina.
Los emulsionantes, según la investigación, pueden ser responsables de la alteración de la microbiota intestinal y del aumento de la incidencia de patologías como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), que incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa y el síndrome metabólico, cuya incidencia ha aumentado desde la mitad del siglo XX, según explica Muy Interesante.
"El espectacular incremento de estas enfermedades se ha producido a pesar de la genética humana, lo que sugiere un papel fundamental de los factores ambientales. Y es que la comida interactúa directamente con la flora intestinal, por lo que pensamos que algunos compuestos de la alimentación actual podrían estar promoviendo la inflamación en las bacterias intestinales", explica Benoit Chassaing, coautor del estudio.
El siguiente paso es realizar experimentos con humanos para averiguar si afectan de la misma forma que a los ratones. Se espera que, efectivamente, los resultados sean similares.