Cuando el pasado mes de julio Layane Dias celebraba haber conseguido unas prácticas en una pasantía y planeaba un viaje con su familia no se imaginaba lo que estaba a punto de pasarle.
Con apenas 20 años, iba a atravesar lo que ella considera la peor etapa de su vida.
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A días de comenzar sus prácticas, empezó a sentir dolores muy fuertes en la espalda. Tuvo que echar mano de medicación para conseguir ir a trabajar. Pero no funcionaron.
Se sentía débil y acabó por dejar la pasantía.
Los dolores fueron a peor, hasta que acabó por ser incapaz de mover las piernas. Y, eventualmente, el resto del cuerpo.
"No conseguía sentir nada de los senos para abajo". De acuerdo a su relato, el neurocirujano que la atendió le explicó que una bacteria llamada Staphylococcus aureus, que consigue transmitir enfermedades a través de la sangre, había entrado en su organismo a través de una infección.
"El médico me preguntó si había tenido alguna herida en la nariz o algo similar porque, tal como me explicó, esa bacteria suele generarse en las fosas nasales. Fue entonces cuando le conté que me había hecho un piercing en la nariz el mes anterior".
El médico no dudó, recuerda la joven.
"'El piercing fue la puerta de entrada de la bacteria a tu cuerpo', me dijo. Escuchar eso me dejó perpleja".
El piercing
A Layane siempre le habían gustado los piercings.
"Hasta en tres ocasiones me había puesto uno en el lado derecho de la nariz".
Pero el pasado mes de junio, decidió cambiar y hacerse uno en el lado izquierdo. Por primera vez le había salido sangre durante la perforación.
Tambiénse le hinchó y puso roja la punta de la nariz, pero no le dio mayor importancia.
"Pensaba que solo se trataba de un grano, pero me dio fiebre. Me lo traté yo misma, me puse unas pomadas y a la semana desapareció
Derechos de autor de la imagen Layane Dias Image caption Uno de los primeros síntomas de la infección fue que se le hinchó y puso roja la punta de la nariz.
La dermatóloga Alessandra Romiti destaca que las complicaciones derivadas por ponerse un piercing suelen manifestarse solo en el área donde se coloca el pendiente.
Lo que le pasó a Dias fue algo raro.
Un día se despertó con mucho dolor de espalda.
"No le di importancia, creí que era algo muscular. Tomé un remedio, pero el dolor seguía ahí, intenso. Los dolores continuaron al día siguiente, todavía más fuertes. Mi madre me llevó a la farmacia, me inyectaron algo y el dolor desapareció. Fue un alivio", relata.
Los dolores volvieron al día siguiente por la noche, pero conseguía reducir su intensidad con medicamentos. Así durante varios días.
Hasta que ya se volvió demasiado fuerte. Fue entonces cuando decidió ir al médico.
Le realizaron rayos- X en la espalda, pero el médico no vio ninguna anomalía a pesar de que la joven continuaba con dolores intensos en esa parte de su cuerpo. Al día siguiente, tras despertarse de una siesta, ya no podía sentir las piernas.
Parapléjica
La llevaron al hospital.
"El médico pidió exámenes de sangre y orina. Los resultados mostraron que tenía una infección de sangre", cuenta la joven.
El médico empezó a palparle la pierna pero ella no sentía nada.
Su caso fue clasificado como grave y la trasladaron a un hospital en la capital del país, Brasilia.
"Los dolores se volvieron más fuertes, pero los médicos no conseguían darme un diagnóstico exacto", recuerda con angustia.
Tuvo que tomar morfina para soportar el dolor, pero también le causaba alucinaciones y uno de los doctores suspendió el tratamiento.
Una resonancia magnética mostró que tenía 500 mililitros de pus entre tres vértebras que presionaban su médula espinal.
La operaron de urgencia para retirarle el líquido.
El cirujano encargado de la operación, el doctor Oswaldo Ribeiro Marquez, cuenta que, aunque es raro, es posible que un piercing cause paraplejia.
"Puede darse en casos en los que hay alguna complicación en el proceso", asegura, a la vez que confiesa no haber visto algo así en sus 15 años de experiencia clínica.
Derechos de autor de la imagen Cortesía de Layane Dias.