Cuestionan que la obligatoriedad de las denuncias se circunscriban a la justicia de la propia Iglesia. Piden que los responsables respondan ante tribunales civiles.
"Paso tímido" y "cortina de humo", esas son algunos de los conceptos con los que las víctimas de curas pederastas definieron a las modificaciones de la legislación interna propuestas por el Papa, que fueron anunciadas el jueves.
En su visión, Francisco debería establecer que las denuncias de estos casos ante autoridades judiciales civiles sean una “obligación” para los integrantes de la Iglesia Católica.
El Papa había anunciado una revisión de la ley canónica en la que dictaminaba que los curas debían denunciar los hechos pero ante las autoridades de la propia Iglesia. El señalamiento corría tanto para los responsables de abusos como para los encubridores de los mismos.
José Andrés Murillo, una víctima chilena que fue creador de una asociación de lucha contra las agresiones sexuales (Fundación para la Confianza) consideró que el hecho se trataba de un avance importante, aunque insuficiente.
Por su parte, Peter Saunders, el fundador en Reino Unido de la Asociación Nacional para las Personas Víctimas de Pederastia (Napac) consideró que “Por lo menos, el mundo es una vez más alertado de este verdadero cáncer”. “Todo esto no es suficiente; es una cortina de humo para decir 'hacemos algo', pero esto perpetúa el problema porque queda dentro de la Iglesia", señaló. Él y su hermano fueron agredidos sexualmente por curas cuando eran niños.
La principal sospecha de las diferentes organizaciones que a lo largo del mundo cuestionaron la decisión del Sumo Pontífice se basa en que, ante la limitación de la obligatoriedad en el seno de la Iglesia, la impunidad podría perpetuarse ya que ninguno de los curas pederastas podrían llegar a tener que dar respuesta ante la justicia civil de los países en lo que los delitos haya sido cometidos. Es decir que el encubrimiento podría seguir existiendo con la anuencia de los encargados de impartir justicia hacia dentro de la curia.
Al parecer, al tanto de estas críticas, el propio Francisco dijo el viernes: “Si hubiésemos ahorcado a 100 curas agresores en la plaza de San Pedro, todo el mundo habría estado contento pero no se habría resuelto nada. Las cosas se resuelven con procedimientos”, aseguró.