Un cajón de frutas vale menos que el flete, testimonian los productores. Desde Coninagro señalaron que 11 de las 19 economías regionales analizadas sufren serias dificultades ante la incertidumbre por la falta del combustible. Los costos se encarecieron un 86% interanual.
La escasez y el encarecimiento del gasoil, junto a la suba de otros costos, impacta sobre las economías regionales: 11 de las 19 se encuentran en una situación de “crisis”. Así se vio reflejado durante el relevamiento realizado por Coninagro. En el informe de la entidad, se indicó que hay 3 actividades “verdes” (crecimiento), 5 “amarillas” (advertencia) y 11 “rojas” (crisis o signos de estarlo).
Esta situación se da en un contexto donde las variaciones interanuales promedio fueron del 57% en lo que se refiere a los precios que se le pagan a los productores, mientras que los costos aumentaron un 86%, según informó la entidad agropecuaria, con cifras “que surgen de abril del análisis realizado durante mayo”.
La entidad que integra la mesa de enlace junto a la Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y la Federación Agraria Argentina (FAA) publica de manera mensual el denominado “Semáforo de Economías Regionales”, que busca “simplificar la complejidad y heterogeneidad de la producción en el campo hacia una herramienta visual de análisis”.
“Costos por las nubes” para la producción agropecuaria
La gremial, que preside Carlos Iannizzotto, analizó los motivos que llevaron a la mayoría de las economías regionales a estar en rojo. “La suba de costos a través de los insumos y la inestabilidad de los mercados, especialmente de la exportación. Además, la incertidumbre por el acceso al combustible y su precio es transversal a todas las producciones”, describió el reporte.
Por otro lado, hay dos actividades “que se recuperaron levemente, pero resta que esos valores se traduzcan en señales concretas a la cadena productiva”.
Asimismo, señalaron que la guerra entre Rusia y Ucrania “ha afectado nuevamente la logística internacional, tanto para exportar productos de nuestras economías regionales como las manzanas y peras, como para importar insumos necesarios, como botellas”.
Frutas y hortalizas en “una realidad compleja”
El cuadro de situación que configura la realidad de la producción frutihortícola, que se encuentra en una etapa de “crisis”, fue abordado por Ricardo Vitale, quien se describió: “Llevo más de 50 años ininterrumpidos en el cooperativismo, hace 48 años consecutivos que soy tesorero de la Cooperativa de horticultores de Bahía Blanca, soy presidente de Acohofar, y por ello vocal de Coninagro y de Fenafrut”.
A la hora de evaluar el panorama productivo en su zona, Vitale enunció: “En Bahía Blanca fue un año hortícola medio desparejo por el factor climático, veníamos bien con precios razonables y buena producción, pero nos pegó duro el calor del mes de enero. Costó reponerse de ese calor y comenzamos a cultivar pero con producción no tan buena y con ello aparecieron problemas para vender esos productos. Además empezó a aparecer mercadería de otros lugares y Bahía Blanca como plaza productora comenzó a atorarse. En fin, costó más, pero igualmente se pudo colocar la producción hortícola y frutícola”.
“Donde el calor no golpeó tanto hubo buena producción y eso bajó el precio regulado por la ley del mercado, regido por la oferta y la demanda. Hay que tener compromiso en poner precios e intentar fijarlos porque, de un día para el otro, todo cambia muy rápido”, detalló el experimentado productor.
Luego, sumó a su relato una descripción de otros territorios de la provincia de Buenos Aires. “Mar del Plata, La Plata y otras zonas productivas muy grandes han tenido vaivenes de precios, por ejemplo el tomate estuvo muchos meses por debajo de los costos de producción y solo a cuentagotas tuvo buen rendimiento desde el punto de vista comercial”.
La explicación de Vitale fue ampliada a otras localidades productoras de frutas y verduras: “En la zona de valles, hubo una producción muy buena, pero en algunos campos quedó fruta por falta de gente para cosechar, y todo esa producción está alojada en cámaras que tienen un costo muy importante de frío, mantenimiento, y luego deben ser enviadas a embalar, lo que implica mano de obra y fletes que deben padecer el problema de gasoil”.
El costo del flete hasta los centros de consumo vale más que la fruta transportada
A propósito del tema transporte de mercadería, Vitale reclamó que “desde la zona de los valles de producción de manzana hasta Buenos Aires, son más de mil kilómetros y eso requiere un flete. Ahora que se va terminando la producción de los valles, los bonaerenses y el mercado central dependen de la producción que viene del norte, como Salta, La Rioja, Catamarca, y los invernaderos de Corrientes. El flete para traer esa fruta desde Salta, en relación, termina siendo más caro que un cajón de mercadería pura”.
Finalmente, Vitale reconoció que sostener los ciclos productivos en su área se ha vuelto complejo desde el punto de vista de la imprevisibilidad: “Sembrar, volver a producir, cuesta mucho dinero porque los insumos están en dólar y nosotros vendemos en pesos. Cuesta conseguir dólares y tenemos que comprarlos a valor cambiado. Volver a encarar una nueva campaña es muy difícil. Históricamente soy también productor triguero y ganadero, conozco la zona del sudeste de la provincia, zonas marginadas, pero estamos produciendo y poniéndole el hombro; a tal punto que desde la cooperativa de frutihorticultores de Bahía Blanca estamos proyectando construir el mercado cooperativo de la ciudad, ya tenemos mas de 28 hectáreas de superficie para poner en marcha el proyecto, algo que apuntalará a la zona y la región”, expresó Vitale.
Se equilibra el mercado de vinos con un guiño al productor
La vitivinicultura fue una de las 3 actividades “en verde”, junto a las actividades algodonera y forestal. El productor de vinos en Mendoza y secretario de la cooperativa Altas Cumbres, Carlos Groselj, afirmó: “Hubo una merma en la producción y una cosecha a la baja, puesto en números es casi el 20% menos en relación al año pasado, esto ha equilibrado el mercado y ha dejado los stocks mas reducidos, lo que ha provocado una subida en el precio del vino y del mosto de manera marcada”, explicó.
Groselj, quien además es consejero de Coninagro por Fecovita, se explayó sobre las buenas perspectivas: “Esto en una primera instancia marcó una pérdida de consumo en mayo pero ahora está recomponiéndose un poco, y el productor vitivinícola percibe esa suba en su renta y ha sido un alivio”.
Sobre eso, agregó: “En contraposición, los costos han aumentado considerablemente, ya sea lo vinculado a insumos, combustible y fertilizantes en algunos casos en subas de más del 100%, sumado a la dificultad para conseguir algunos productos por restricciones a las importaciones, pero aun así el panorama es positivo para el productor, solo juega un poco en contra el stock acotado para competir en el mercado externo”.
En tanto, en lo referido a exportaciones, Groselj indicó: “El precio en el mercado interno es elevado y esos valores llegan a un techo debido a que el precio internacional está emparejado y eso complica la competitividad con el dólar atrasado. El precio del mosto ha subido, el mosto principalmente se exporta y esto acompaña la suba del vino en el mercado interno”, redondeó.