Este mes rige el vencimiento por US$2400 millones. La gira por Europa es clave para no gastar reservas.
El Gobierno pone todas sus fichas a lograr una reprogramación para la deuda que mantiene con el Club de París, un consorcio acreedor informal en que tallan las 22 grandes potencias globales que son también clave en el camino de la renegociación del Fondo Monetario Internacional (FMI). La intención es lograr un consenso político que le permita escapar de tener que desembolsar US$2400 millones y a la vez evitar un default con ese grupo.
Con ese objetivo, el presidente Alberto Fernández realizará, junto con el ministro de Economía, Martín Guzmán, la semana próxima una gira por Francia, España, Portugal e Italia, donde tendrá una audiencia con el papa Francisco y hay expectativa sobre un posible encuentro con la jefa del Fondo, Kristalina Georgieva, con quien la delegación argentina coincidirá en Roma.
En ese viaje, el mandatario planteará la necesidad de un mayor plazo para hacer frene al compromiso, sobre todo por la delicada situación de la economía argentina en medio de la pandemia por coronavirus. La argumentación reforzará la que llevó Guzmán a distintos funcionarios europeos en su gira por el viejo continente de mediados de abril. Además de buscar apoyo de cara a la negociación con el FMI por la deuda de US$45.000 millones, el jefe del Palacio de Hacienda fijó ante su par francés, Bruno Le Maire, y el director general del Tesoro y presidente del Club de París, Emmanuel Moulin.
El plazo extra que busca el Gobierno apunta a evitar el default con el consorcio de países y no sacrificar reservas del Banco Central (que por primera vez en seis meses volvieron a superar los US$40.000 millones). Todo mientras negocia el nuevo programa de facilidades extendidas, que hoy cuentan con un plazo de 10 años. con el Fondo, que puede demorarse hasta después de las elecciones de octubre.
En el medio, además, se espera que el FMI apruebe el mes próximo una nueva emisión de los Derechos Especiales de Giro (DEG) a los países miembro, por los que Argentina contará con US$4350 millones extra. Ese dinero, según explicó Georgieva en abril, servirán para engrosar las reservas de las naciones, comprar vacunas contra el Covid-19 o pagar deudas. Los senadores kirchneristas, en cambio, quieren que ese dinero se destine a reforzar la asistencia social en medio de la pandemia.
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Por qué hay que pagarle al Club de París y qué alternativas se presentan
El Club de París se originó en 1956 entre una veintena de países a los que Argentina les adeudaba unos US700 millones. Se acordó una refinanciación y en las décadas subsiguientes ese monto fue en incremento. Al 2001 se le debía al consorcio acreedor cerca de US$1800 millones. Esa obligación como el resto de la deuda local entró en default con la crisis de 2001.
Desde ese momento y hasta abril de 2014 la deuda se triplicó, por la aplicación de intereses vencidos y punitorios, lo que derivó en una deuda actualizada de US$9690 millones. En mayo de ese año, la gestión Cristina Kirchner, con el entonces equipo económico comandado por Axel Kicillof, se acordó un repago a cinco años, sin período de gracia ni quita de capital o intereses. El plazo vencía en mayo de 2019, pero había dos años más para saldar el último pago por US$1900 millones. Eso es lo que con los intereses devengados hasta ahora, la Argentina debe cancelar o reprogramar nuevamente.
El año pasado en medio de la pandemia y con la reestructuración con los acreedores privados en marcha, el gobierno de Fernández hizo uso de la letra chica del contrato vigente. En una carta enviada a los miembros del Club de París, expresó “la decisión de la República de posponer hasta el 5 de mayo de 2021 el vencimiento del próximo 5 de mayo de 2020, de acuerdo con los términos que la República alcanzó con los miembros del Club de París el 29 de mayo de 2014”.
Pocos meses después, Guzmán elevó una propuesta para “modificar los términos existentes de ese acuerdo alcanzado en 2014, buscando mayormente una extensión de los vencimientos y una significativa reducción de la tasa de interés”. Pero esa intención quedó trunca: el Club de París reclamó un acuerdo con el Fondo antes de sentarse a negociar.
Así Argentina tiene tiempo para cancelar los US$2400 millones hasta el 31 de mayo. Aunque después de ese lapso se abre una ventana de 60 días para concretarlo y no caer en default. Desde las oficinas gubernamentales confían en que la solución será política. Remarcan que la deuda con ese consorcio acreedor no es como los otros empréstitos clásicos con los organismos multilaterales, y que aun cuando el tiempo apremia se logrará la ventana de tiempo solicitada, a la espera del nuevo programa con el Fondo.
Para los economistas Matías Rajnerman, de Ecolatina, sin el aval político de los países del consorcio acreedor, evitar un default dejaría muy débiles las reservas del Central. “El default llegaría recién en julio. Lo ideal es reestructurarlo, porque no tenemos acceso al financiamiento en dólares y gastar la mitad de las reservas netas en esto podría traer otros problemas. El problema son los tiempos”, indicó el analista.
Martin Vaugthier, de EcoGO, cree que si el Gobierno no logra la solución política que busca y tampoco usa los dólares del Central, deberá afrontar un default que, además de las malas consecuencias económicas, financieras y hasta geopolíticas, costaría una suma mayor. “Si no se paga, empiezan a correr los intereses punitorios y además lo que resta pagar del préstamo se recalcula a una tasa del 9%, mucho más elevada que la acordada”, lo que deriva en más pagos a hacer a futuro.