El ministerio de Agricultura envió un comunicado de prensa a las 0 de este lunes, asumiendo la garantía de abastecimiento que se había verificado el jueves. Pero limita las declaraciones juradas a 30.000 toneladas por día. Los productores debaten sobre la medida de fuerza.
Un comunicado oficial del Gobierno dice que se reabrieron las exportaciones de maíz. Se difundió exactamente a las 0 hs. de este lunes, justo en el inicio del paro convocado por la mesa de enlace. Aunque se esperaba que eso sucediera, al menos desde el último jueves, ahora la noticia es otra.
El timming del anuncio tuvo un claro sesgo político, y su efecto no puede ser ajeno: los representantes del campo lo tomaron como una burla de mal gusto, aunque al filo de la campana, celebran se les haya dado la razón.
Los dos párrafos sustanciales del comunicado del Ministerio de Agricultura retoman lo que habían dicho desde allí el jueves: “se alcanzó el compromiso de garantizar la oferta de maíz a las distintas cadenas de producción”, aunque “resta aún resolver las condiciones de accesibilidad a dicha oferta no sólo en términos de cantidad sino también de precios”.
Los nuevos aspectos resolutivos fueron “dejar sin efecto provisoriamente la medida de suspensión de registros de Declaraciones Juradas de Ventas Externas de maíz”, pero con la salvedad de que las DJVE de la cosecha maicera 19/20 “no podrán superar las 30.000 toneladas diarias”.
Comunicado oficial publicado en el sitio web del ministerio de Agricultura, sección Mercados Agropecuarios. Al respecto se indicó que “durante el período de análisis de las alternativas para el logro de estos objetivos, mientras se alcanzan los consensos, el ministerio de Agricultura, a través de la Subsecretaría de Mercados, realizará un monitoreo a fin de garantizar la disponibilidad para la demanda interna de maíz de la campaña 19/20″
Los otros 5 párrafos recuerdan lo que ya se sabía: en el marco de lo cual se puntualizó que este martes 12 se iniciará “un cronograma de trabajo, a los efectos de trabajar propuestas para desacoplar los precios internacionales de los domésticos”.
Desde hace varios días, cuando se verificó que había stocks de maíz más que suficientes hasta marzo, casi 10 millones de toneladas de la cosecha 2019-2020 ante una necesidad tres veces inferior, y se plantearon mecanismos para morigerar el impacto de los precios hacia el interior de la cadena agroindustrial, se sospechaba que el Gobierno estaba apostando a una picardía política y que buscaría salir del embrollo tratando de no perder su “épica triunfalista”.
El manual peronista, particularmente en su versión K, sugería que levantarían la medida poco antes o justo en el comienzo del paro, tal como sucedió, en el afán de poner en ridículo a los ruralistas. “Ya que retrocedemos, lo hacemos mojándoles la oreja”, podría decir un compadrito de siglos atrás, en el intento de agradar a la tribuna partidaria y dejar al campo como “insensible frente a la crisis y la pobreza”
Reacciones en el campo
Que el ministerio de Agricultura haya dicho que estaba satisfecho con la garantía de abastecimiento que le aseguró el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) el jueves, y sin embargo no se rectificara la medida que el Gobierno había fundamentado con esa inquietud, generó enojo en los productores y sus dirigentes durante el fin de semana.
Se esperaba una medida de “último momento”. La advirtió “sutilmente” el periodista Horacio Verbitsky, de singular llegada al Gobierno. Dijo que “desde el ministerio de Agricultura se aguardaba firmar un acuerdo de largo plazo con el Consejo Agroindustrial antes de la medianoche del domingo”, tal cual sucedió. Para “disimular” la simultaneidad de la decisión con el momento de inicio del paro, Vertbitski adujo la necesidad de “una ronda de consultas con decenas de entidades que integran el Consejo, que apunta a desplazar a la Mesa de Enlace como representante del sector”.
Mientras pasaban las horas, en la Comisión de Enlace acordaron que recién después de una retractación pública del Gobierno evaluarían el levantamiento del paro, lo cual, a la luz de los acontecimientos, sucedería durante la mañana del lunes. No se mostraban preocupados por las chicanas, en tanto se formalice debidamente la retractación del Gobierno. “Lo que no vamos a hacer es permitirles que nos dejen pedaleando en el aire, confiando en algo que después no cumplan efectivamente”, anticipó uno de sus dirigentes.
Y respecto del CAA, entienden que, “como nucleamiento de 57 entidades, tiene un rol más diplomático. Y en el fondo, con la Mesa de Enlace en posición más combativa, los roles de buenos y malos son complementariamente funcionales a los intereses de la agroindustria”.
El líder de los productores autoconvocados, Román Gutiérrez, puso la mente fría y si bien opinó que “fue una mala jugada del gobierno largar el comunicado en el momento de inicio del paro, pero se logró el objetivo de nuestro reclamo. Dieron marcha atrás y se abre la exportación de maíz. Habrá que revisar el tope de toneladas que nos retrotrae a los patéticos ROE y toda la discrecionalidad que afecta la previsibilidad de toda la cadena y favorece a los amigos del poder”.
De todos modos, Gutiérrez adelantó que en sus conversaciones con los dirigentes de la mesa de enlace les sugerirá levantar el paro, para dejar en evidencia que los productores no somos necios, como nos quieren hacer quedar ante la sociedad”.
Con todo, otros análisis seguían siendo enardecidos. Algunos creían oportuno sostener el paro “porque la reapertura de exportaciones maiceras es parcial y siguen vigentes otras medidas que motivaron el reclamos”. Y no faltaban los que interpretaban esta última jugada del Gobierno como “mamarracho, pura improvisación. No hay políticas claras para ningún sector. Actúan según la presión social y las encuestas”.
En efecto, el impacto de la actitud oficial trasciende a los chacareros y queda a la vista de otros actores del sector privado. El Gobierno dice que necesita exportaciones para apuntalar la economía y producción de alimentos para la mesa de los argentinos, pero lo que provocó al dilatar esta decisión hasta último momento es que se comprometiera el abastecimiento interno y que se suspendieran innecesariamente ventas externas que derivan en el ingreso de divisas. El trabajo se planifica -vale recordarlo- y más si implica traslados logísticos, sea por viajes internos o embarques para el exterior.
Otro daño innecesario es la pérdida de confianza del país como proveedor internacional, una oportunidad que no perdió Brasil: lo como argumento para abrir un cupo de 750 mil toneladas de trigo a otros países. Canadá estaba esperando meter una hendija en los acuerdos del Mercosur y el cepo al maíz le vino justo para “convencer” a los brasileños.
Aunque las rehabilitadas ventas externas del cereal son muy importantes para la economía de los argentinos, el dato relevante de estas horas está, entonces, en la forma en que se decidió “resolver” este conflicto, jugando con chicanas políticas que hacen creer a los que las impulsan que son más vivos que los destinatarios. Las primeras reacciones en el sector agropecuario, de madrugada, tomaron esta “avivada” como una provocación.
Así las cosas, lejos de resolverse un problema, con esta reapertura lo que se abrió aún más es la grieta entre el Gobierno y el sector más dinámico de la economía. Porque de la forma en que se actuó “se echó más leña al fuego”. A nadie le gusta que le cobren altos impuestos ni que le intervengan las decisiones de su negocio, pero mucho menos que se lo tome por... tonto.