El joven que había sido falsamente involucrado por los rugbiers en el crimen de Fernando Báez Sosa y fue liberado por falta de pruebas volvió a su ciudad tras las ruedas de reconocimiento, donde no fue implicado por los testigos en el hecho. “Quiero volver a hacer una vida normal y recuperarme de esto”, expresó.
“Hace 10 días que estoy esperando este abrazo, la extrañaba muchísimo”, fue lo primero que dijo Pablo Ventura este martes por la noche sobre el saludo con su madre, Marisa, en la puerta de su casa de la ciudad de Zárate, después de haber pasado más de una semana en Villa Gesell, donde fue falsamente implicado en el asesinato a golpes de Fernando Báez, de 19 años.
“Estoy totalmente feliz”, dijo ante las cámaras mientras era abrazado por sus dos padres y aplaudido por los vecinos que se reunieron en su cuadra para recibirlo.
Pablo, un remero de 21 años, había sido detenido el domingo 19 de enero por un móvil de la DDI de Zárate que lo fue a buscar a su propia casa y lo levantó de una siesta para trasladarlo esposado a una celda de la DDI de Villa Gesell donde pasó cuatro días detenido. En el camino supo que había sido involucrado por los 10 jugadores de rugby de su misma ciudad que habían sido detenidos y acusados por el crimen.
José María Ventura, su padre, viajó detrás de él hacia la costa con una sola muda de ropa y pasó todos los días que siguieron abocado a que su hijo fuera liberado. Junto con su abogado, Jorge Santoro, la familia se puso a disposición de la Justicia y presentó una serie de pruebas que demostraban que Pablo nunca había salido de Zárate, no había pisado Villa Gesell y no tenía relación con el grupo acusado por el homicidio.
Consultado sobre los días que pasó en la ciudad balnearia y si en algún momento pensó que no iba a ser desvinculado de la causa, expresó: “Estando allá es muy difícil, si bien tenía todo a favor, nunca sabés”. “Quiero volver a la vida totalmente normal. Tratar de recuperarme de esto y ya está”, agregó. “Ver a mis amigos, volver a estudiar, a hacer deporte. Una vida normal”.
“Ahora recién estoy sacando todo esto. Estoy contento, pude ver a mi esposa”, dijo por su parte Jose María. “Gracias a todos”, se limitó a decir con lágrimas en los ojos Marisa.
Los aportes que hizo la familia para lograr la liberación fueron claves: incluían exámenes médicos que mostraban que no tenía lesiones de golpes de puño en sus manos, entregaron testimonios que lo ubicaban en Zárate y un video de cámara de seguridad de la parrilla La Querencia en la ciudad bonaerense, donde cenaba en familia la noche del crimen.
Pablo fue liberado pero quedó afectado a la causa y debió permanecer en Gesell para participar de las ruedas de reconocimiento. Tras la última de las cuatro ruedas en las que ninguno de los testigos reconoció o implicó a Pablo en el hecho, él y su padre dejaron la ciudad por la tarde.
“Los días para mí fueron muy largos… pero esta noche quiero comer con Pablo y con mi esposa. Mañana nos levantaremos, analizaremos todo, le contaré a Marisa algunas anécdotas y luego trataremos de hacer una vida normal”, señaló por último el padre del joven. "A lo mejor nos iremos 3 o 4 días de vacaciones y luego hacer una vida normal, aunque esto te deja una marca que no es sencillo de superar”, concluyó.
Esta madrugada, en tanto, los rugbiers acusados de matar a Fernando Báez Sosa fueron trasladados al penal de Dolores, donde permanecerán aislados de otros presos en una celda hasta que se les dicte la prisión preventiva.