Siete testigos comparecieron hoy frente al tribunal colegiado de la Sala VII, a cargo la audiencia de debate por el homicidio de Jimena Salas.
En la causa está imputado Sergio Vargas, en calidad de partícipe secundario de homicidio triplemente calificado por ser cometido con alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria. El viudo de la víctima, Nicolás Federico Cajal Gauffín, está siendo juzgado por encubrimiento agravado.
Entre los testigos citados para esta jornada estuvo una psicóloga a quien se le encomendó la realización de un informe destinado a reconstruir la personalidad de la víctima. La profesional precisó que su trabajo se basó en entrevistas realizadas a cerca de treinta familiares, amigos y conocidos de Jimena Salas. Luego de desandar parte de su biografía, describió a la víctima como una mujer simpática, alegre, despreocupada de aspectos formales. Activa usuaria de las redes sociales. En su vida, la figura materna había sido rígida, mientras que la paterna estuvo ausente. Salas había asumido la dependencia económica para dedicarse al cuidado de sus hijas. No tenía perfil de víctima provocadora y podía dar a conocer sus ideas sin llegar al enfrentamiento.
La psicóloga precisó que las últimas vivencias de Jimena Salas develan la existencia de cansancio, angustia y soledad. Su círculo de confianza y la psicóloga que trataba a la víctima manifestaron que atravesaba un momento de crisis. En cuando a su relación con Cajal, las personas consultadas expresaron que no se encontraba en su mejor momento y que Jimena se sentía un poco sola. No obstante, se advertía que el diálogo en la pareja era fluido y que no le faltaba contención afectiva.
Durante la jornada también declaro la mujer con quien el imputado Cajal admitió haber tenido una relación extramatrimonial, cuando declaró el primer día del juicio.
La testigo dijo que conocía al imputado porque eran compañeros de trabajo y que su relación comenzó en 2011 o 2012. Dijo que se veían esporádicamente y que se comunicaban por whatsapp y por llamadas telefónicas. Los encuentros al principio se concretaban en Salta y luego, cuando a él lo designan gerente regional, en Jujuy.
La testigo aseguró que nunca tuvo conflictos con el imputado porque ambos sabían que era una relación “para pasar el rato y nada más”.
Sobre su situación al momento del homicidio de Jimena Salas, la mujer señaló que Cajal se había comunicado con ella unos días antes porque él estaba de vacaciones. Después del hecho volvieron a verse después de transcurridos unos meses. Dijo que el acusado se comunicó con ella y que se vieron en la casa de Cajal, en Vaqueros. Manifestó que la relación continuó durante unos meses. Hasta que en octubre o noviembre de 2017 o 2018 –la testigo dijo no recordar bien la fecha- se distanciaron a raíz de que el jefe de Cajal, en Buenos Aires, se enteró de su relación y le expresó su reclamo.
Otro de los testigos que comparecieron hoy fue un perito que al momento de los hechos trabajaba en la Unidad de Investigaciones del CIF. Precisó que intervino seis meses después del hecho, para profundizar algunos informes basándose en inconsistencias detectadas en lo vertido por Vargas y Cajal.
Se refirió, entre otras cosas, a la desconexión intempestiva de la alarma de la casa de Jimena Salas, el día previo al homicidio. Dijo que el viudo sabía de esto y no lo informó en su momento.
Sobre pericias realizadas en celulares, el testigo indicó que en febrero de 2017, Vargas manifestó que tenía un solo celular y que no lo usaba desde hacía seis meses. Pero por información obtenida de empresas de telefonía, se logró determinar que el imputado tenía cinco líneas registradas a su nombre y ocho chips.
Y a través de un informe solicitado a la empresa Facebook en EEUU, se determinó que Vargas usaba cuatro cuentas validadas a través de cuatro líneas telefónicas.
El perito también hizo referencia a un dato que le resultó llamativo, relacionado con las búsquedas realizadas por el acusado en Internet durante un año y medio. Dijo que del total de consultas, solo existe una visita a un medio de prensa, registrada el día posterior al crimen en Vaqueros.
En cuanto a los desplazamientos de Vargas detectados a través del impacto de sus líneas telefónicas en antenas de la ciudad, se obtuvo que el acusado se movía primordialmente el la zona sudeste, donde está su domicilio. Según el perito, el dato no se condice con la actividad de un vendedor ambulante que decía desarrollar Vargas.
Por otro lado, en el marco de las hipótesis deductivas, el testigo asoció el accionar desplegado por Vargas el 27 de enero de 2017, en barrio San Nicolás (visitar casas con el pretexto de vender algo y preguntar por diferentes nombres de mujer), como una estrategia para conseguir información.
Sobre Cajal señaló que no se lograron recuperar archivos eliminados y otros datos relevantes de su teléfono por no haberse realizado una pericia completa en un primer momento. El perito manifestó el imputado tuvo conductas omisivas con relación al detalle de la alarma, a comunicaciones telefónicas realizadas el día del hecho y a la posible existencia de dinero en efectivo en su domicilio. Señaló que a raíz de esto los investigadores trabajaron con una premisa falsa.
El perito señaló que, tras el hallazgo del cuerpo de su mujer, Cajal habló durante 25 minutos con familiares suyos, un amigo, la mamá de Jimena y con jefes suyos. Del análisis de la sábana de llamadas también se detectó comunicación directa con un exfiscal de la causa. Y se constató que a la empresa aseguradora, Cajal le aseguró que ya estaba confirmado que lo sucedido en su casa se había tratado de un robo.
El juicio está a cargo de los jueces de la Sala VII, Francisco Mascarello, Federico Diez y Federico Armiñana Dohorman (interino). Cajal Gauffin y Vargas fueron imputados por el hecho sucedido el 27 de enero de 2017, cuando se encontró el cuerpo sin vida de Jimena Salas en el piso de la cocina comedor de su vivienda, ubicada en la localidad de Vaqueros.