Desde hace un mes viven en un puente y reciben la ayuda de los vecinos. “Acá hay chicos, gente enferma y dormimos a la intemperie”.
Desde hace un mes, un grupo de formoseños espera poder entrar a la provincia. Ya pidieron el permiso pero como no recibieron respuesta, la policía caminera no los deja pasar. Y así pasan los días: con frío, calor y durmiendo a la intemperie.
Facundo es quien tomó la voz cantante y relató la odisea que viven en el puente Eva Perón, que une Chaco con la localidad formoseña de Mansilla. “Me hice el hisopado y no tengo coronavirus, así que no entiendo por qué no me dejan pasar y llegar a mi casa. No represento ningún peligro para los demás”, relató indignado.
El hombre trabajaba en el rubro gastronómico en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, y quedó desempleado. No le quedó más opción que volver a su provincia, pero hace 27 días espera que le otorguen la autorización. A pesar de que el joven tramitó el permiso todavía sigue esperando una respuesta.
En el “acampe” como lo llaman ellos conviven con mujeres y chicos de dos, cinco y seis años. Soportan calor, heladas y lluvia en carpas improvisadas. Y sobreviven gracias a la solidaridad de los vecinos que les llevan agua y alimentos. Hay gente enferma que necesita tratamiento y medicación.
Facundo ya no sabe más que hacer, por eso compartió su historia “En Formosa me espera mi familia y un nuevo trabajo. Necesito pasar al igual que toda la gente que está acá. No estamos enfermos pero nos sentimos discriminados. El problema no es nuestro, es de las autoridades que no nos aprueban el permiso. Sinceramente no entendemos nada. Y en todos estos días no recibimos ningún tipo de ayuda del gobierno provincial”, concluyó indignado.
. Según cifras proporcionadas por el Ministerio de Salud de la Nación al tres de septiembre, en la provincia de Formosa hay 88 infectados.
Partió desde Mendoza con rumbo hacia Buenos Aires, pero a poco de andar sintió dolor en el pecho. Eso empeoró cuando le faltó el aire. Se hizo a un costado de la ruta y segundos después se desvaneció en la banquina. Otros choferes lo ayudaron. En ese momento comenzó la odisea de Martín Samia, un trabajador considerado esencial, pero en riesgo.
La ambulancia tardó una hora y media en llegar a Balde, una localidad muy cerca al límite entre Mendoza y San Luis. Los médicos lo trasladaron de inmediato al hospital más cercano, en la provincia puntana, y allí siguió su pesadilla.
Si bien los especialistas del Hospital de San Luis le diagnosticaron que había sufrido un preinfarto en la ruta, se negaron a dejarlo internado por protocolo de coronavirus.
En consecuencia, los profesionales subieron a Samia a otra ambulancia y lo dejaron en Desaguadero, otra pequeña localidad ubicada en el límite entre las dos provincias.
Sergio Ollivencia, dueño de la empresa donde trabaja el chofer, explicó en TN: “Simplemente me dijeron que esa persona no podía estar allí, lo sacaron del hospital, se lo llevaron en una ambulancia y lo dejaron sentado en una silla en Desaguadero. El oficial del pueblo me dijo que no podía ingresar a Mendoza por cuestiones de protocolo, pero tampoco nos permitían entrar a nosotros, que lo esperábamos a tres metros con una camioneta para llevarlo a otro hospital”.