Un joven de Nevada, el primer contagio sucesivo registrado en los EEUU, requirió oxígeno cuando volvió a contagiarse. Un estudio de The Lancet analizó qué podría significar este caso para los tratamientos y la vacuna que se estudian actualmente.
Sufrió una segunda infección de COVID-19 peor que la primera, y abrió dudas sobre la inmunidad Este hombre de 25 años, residente del condado de Washoe, en Nevada, Estados Unidos, fue la quinta persona en el mundo que tuvo la mala experiencia de contagiarse de coronavirus dos veces. Debido a esos antecedentes, su caso no sería noticia; sin embargo, mereció un estudio dedicado de The Lancet Infectious Diseases porque, con infortunio también doble, la segunda infección resultó mucho más grave que la primera, con síntomas de COVID-19 más duros. El episodio planteó preguntas de importancia sobre la duración de la inmunidad que el cuerpo humano puede generar contra el SARS-CoV-2. Cuando buena parte de las esperanzas de terminar con la pandemia se centran en la vacuna, observar un fracaso de la inmunidad es desalentador.
La primera vez que el joven de Nevada se hizo una prueba, el 18 de abril, tenía dolor de garganta y de cabeza, tos, náuseas y diarrea. Había estado así durante algunas semanas; el test le dio positivo. Se recuperó, en aislamiento, por sí mismo, y el 27 de abril se sintió por fin sin síntomas en absoluto. Luego de eso, en dos controles realizados el 9 y el 26 de mayo, dio negativo en sendos análisis de SARS-CoV-2, lo cual lo declaró libre de infección. Como no tenía otras enfermedades concomitantes, no se le indicaron cuidados especiales.
El 28 de mayo el joven volvió a sentir los mismos síntomas, complicados ahora por fiebre y mareos. Su cuadro fue empeorando, hasta que el 5 de junio debió consultar a su médico. El estudio de coronavirus le dio positivo; su nivel de oxígeno en sangre estaba por debajo de lo que le hubiera permitido regresar a su casa, así que fue derivado a un hospital para su ingreso. Allí estuvo hasta que recuperó la capacidad respiratoria.
Para establecer si había sido una reaparición de la primera infección los médicos compararon el genoma del virus detectado en el joven en abril con el detectado en junio: encontraron, asombrosamente, que era demasiado diferente, señaló el autor principal del estudio, Mark Pandori, de la Universidad de Nevada. Se trataba de un nuevo contagio, causado por una segunda transmisión desde otra persona.
Ninguno de los otros casos conocidos —es más que probable que haya más segundas infecciones que no han sido informadas—, en Hong Kong, Bélgica, Ecuador y Holanda tuvo una manifestación peor en la nueva infección.
Un artículo de MIT Technology Review destacó la implicancia de tal hallazgo: “El hecho de haber sido infectado una vez no significa que se tenga protección contra volver a ser infectado, aun si los casos siguen siendo muy poco frecuentes, con sólo cinco identificados entre los casi 40 millones de confirmados en todo el mundo”.
En la práctica, esto hace que aquellas personas que han sobrevivido al COVID-19 no pueden sentir el alivio de ser inmunes, al menos no completamente: “Todavía tienen que mantenerse atentas y seguir los consejos sobre el distanciamiento social, usar máscaras y evitar los espacios abarrotados y mal ventilados”, advirtió la publicación del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Para los expertos en enfermedades infecciosas, agregó, no fue una mala noticia del todo inesperada: “Otros coronavirus, como el resfrío común, son estacionales”.
Sin embargo, “todavía quedan muchas preguntas que los investigadores luchan por responder pronto”. Entre ellas: “¿Cuánta protección confiere el haber tenido COVID-19? ¿La protección proviene principalmente de anticuerpos o de leucocitos T? ¿Cuánto tiempo dura?”. Y acaso la pregunta más urgente: “¿Qué significa esto para los tratamientos médicos que se desarrollan actualmente, y para las vacunas?”.
The Lancet recordó que, como sucede con otros agentes, el cuerpo humano genera una respuesta inmunológica detectable contra el SARS-CoV-2, pero todavía “no se comprende bien la susceptibilidad de las personas previamente infectadas a reinfectarse”, ni se ha dilucidado “el grado en que esta respuesta inmunológica indica una inmunidad protectora a la infección posterior con el SARS-CoV-2”. En los estudios sobre otros coronavirus, recordó la publicación científica, la inmunidad dura entre uno y tres años.
El caso del joven de Nevada, el primer contagio doble registrada en los Estados Unidos, es otro recordatorio de lo poco que se sabe todavía sobre esta novedosa enfermedad. “Los mecanismos que podrían explicar por qué la segunda infección fue más grave sólo son materia de especulación”, siguió el estudio. “En primer lugar, una dosis muy alta del virus pudo haber causado la segunda instancia de infección, y haber inducido una enfermedad más grave. En segundo lugar, es posible que la reinfección fuer causada por una versión más virulenta del virus, o más virulenta en el contexto del paciente”.
También es posible que, dada la respuesta inmunológica reciente a la primera infección, el cuerpo del paciente haya reaccionado de manera excesiva. “Esto se ha documentado en enfermedades como el dengue: los anticuerpos fabricados en respuesta a una cepa del virus causan problemas ante la infección con otra cepa”, interpretó BBC. Es decir que, lejos de causar inmunidad, la primera infección hace que la segunda sea peor, por la sensibilidad del sistema de defensas del organismo. “Nuestros hallazgos tienen implicancias sobre el papel de la vacunación en la respuesta al COVID-19”, concluyeron Pandori y sus colegas. “Si realmente estudiamos un caso de re-infección, la exposición inicial al SARS-CoV-2 podría no brindar un nivel de inmunidad 100% protector para todos los individuos”. Eso es algo que, en el caso de la vacuna contra la gripe, por ejemplo, se conoce bien: todos los años debe ser ajustada según las cepas prevalecientes. Según los científicos, ese podría ser el caso del coronavirus también.
Al analizar el estudio, Paul Hunter, de la Universidad de East Anglia, dijo a BBC que el caso era “muy preocupante”, dado el poco tiempo que pasó entre una infección y otra —que indicaría una inmunidad brevísima— y la gravedad de la segunda. Sin embargo, puesto que la pandemia ha afectado a millones, que las instancias de re-infección sean tan pocas es una señal de que se trata de eventos raros. “Es demasiado temprano para decir con certeza qué significa este hallazgo para un programa de inmunización. Pero refuerza la idea de que todavía no conocemos lo suficiente sobre la respuesta inmunológica a esta infección”, cerró.