Después de haber cumplido con los requisitos, los anuncio formalmente como egresados de la clase 2020", dijo una voz masculina y, con mucha algarabía y nostalgia, a cuarenta alumnos del colegio Lincoln, quienes enseguida lanzaron sincronizadamente sus birretes al aire para festejar el fin de un ciclo. Se trataba de una ceremonia emotiva, aunque atípica.
Esta vez no hubo cálidos abrazos entre amigos, ni un auditorio especialmente acondicionado. Cada egresado estaba en su casa, con su computadora en el living o en otra habitación, a la espera del inicio de un cierre que la pandemia de coronavirus obligó a hacer on line mediante videollamada. La alegría, risas y anécdotas varias no faltaron, pese al contexto.
Último año de cursada en el secundario. Entre la ansiedad y una cuota de tristeza, los estudiantes se preparan para abrirse paso a un nuevo mundo lleno de expectativas. La ceremonia de graduación y la fiesta de egresados forman parte de ese ritual que es común a las promociones de quinto año, casi siempre.
Sin embargo, en junio de 2020, la cuarentena complicó los tradicionales festejos para los alumnos del Lincoln, una institución ubicada en la localidad de La Lucila, Vicente López. Debido a su enseñanza, el colegio se rige con el calendario académico norteamericano, por lo que la llegada de mitad de año significa para ellos que un grupo de jóvenes se gradúa. "Al principio, no estaba muy feliz con la situación, con terminar la escuela de esta manera, pero las autoridades hicieron que el momento fuera muy especial, muy emotivo", contó Renata Calderale, días después de egresarse.
Es que el Lincoln es como su segunda casa, explicó la joven de 18 años. Hacía 13 años que cursaba en la institución, por lo que se había imaginado otra despedida del colegio. "Por suerte, y de forma muy creativa, los directores y profesores hicieron de la ceremonia algo lindo.
Nos pidieron fotos y videos para pasar en el acto. Todo fue muy sentido", recordó Renata, quien planea ser licenciada en Relaciones Internacionales. Una sabrosa torta acompañó aquella jornada familiar especial. Un cierre que no podía pasar desapercibido Semanas previas al cierre de tantos años, entre los estudiantes y sus familias reinaba la decepción.
"Muchas de las tradiciones especiales del último año no iban a ser posibles por la pandemia y el último mes se había vuelto un momento muy triste", contó a este medioMadeleine Maceda Heide, la directora general del colegio. Eso motivó a las autoridades a esforzarse y lograr que el evento no fuera un zoom más y no pasara desapercibido. Leandro Segura, jefe del departamento de Tecnología de la escuela, apuntó en ese sentido convencido: "Queríamos que fuera lo más parecido a la graduación normal de cada año".
Una graduación para el recuerdo
Las ideas creativas y los planes del colegio de incentivar los festejos se plasmaron a mediados de junio. El 13 de ese mes, cuarenta alumnos del Lincoln tuvieron su acto de graduación.
La cita estaba prevista para las 16 -era el mejor horario acordado para que aquellos familiares de los egresados que viven en el exterior pudieran seguir de cerca el acto desde la página web del colegio-. A través de la aplicación zoom, los estudiantes, vestidos con sus togas, sus padres y algunas autoridades, prestaron atención al discurso pregrabado de los directivos.
El coro de la escuela acompañó la ceremonia con el Himno Nacional Argentino y el norteamericano hasta que, finalmente, llegó un momento singular: tras las entregas de los diplomas de las que fueron partícipes sus seres queridos, los estudiantes arrojaron sus birretes al aire para dar por finalizado su trayecto en el secundario, tal como lo hubieran hecho en una ceremonia tradicional.
"Hicimos varios ensayos previos para poner a prueba los equipos, para que en el momento de los birretes todos estuvieran conectados en una misma pantalla", explicó Segura, que se sintió a gusto con la reacción posterior de los alumnos, cuando se contactaron para agradecer por la graduación que les prepararon. "Fue la frutilla del postre", agregó contento.
Brindis y anécdotas
Si bien no hubo abrazos entre amigos, los padres y hermanos contuvieron la emoción. En algunos hogares, hubo globos que llevaban impresos el nombre del agasajado y los brindis estuvieron presentes durante la jornada. Pese a que el festejo era virtual, el cariño llegó a cada egresado, y las charlas y anécdotas se extendieron largo rato después de la ceremonia formal.
George Jones fue uno de los estudiantes que vivió esta atípica experiencia: "Nos tocó terminar de una manera distinta y estuvo muy bien.
Fue una ceremonia muy personal".
En el tono de voz del adolescente, donde el idioma español y el inglés se funden en una misma sintonía, se percibía la conformidad por la ceremonia. Fue su padre quien le entregó los diplomas (tanto el argentino como el norteamericano) que el Lincoln había enviado días antes a su hogar.
El joven de 18 años, al que sus conocidos llaman como "el gaucho inglés" por su simpatía con las costumbres argentinas, estaba contento de que sus familiares en el exterior pudieron ser espectadores de ese acto virtual, que incluyó una distinción especial para él por parte de la Embajada de los Estados Unidos.
"Al final de la ceremonia, cuando vimos a los estudiantes sonreír y enviar mensajes de texto felices y compartir su aprecio, ¡me complació tanto haber podido brindarles una experiencia memorable, incluso en estas circunstancias tan desafiantes!", destacó satisfecha la directora, tras participar de una jornada que reunió a más de 350 familias y 1200 personas en simultáneo.