Boris Johnson no pudo hacerle frente a las presiones del Partido Conservador británico y presentó su renuncia como primer ministro del Reino Unido. Anunció que seguirá en su cargo hasta tanto se designe su sucesor.
Ayer por la tarde un grupo de miembros de su gabinete se había reunido con él en Downing Street 10 y le habían pedido la renuncia. En total 58 funcionarios dejaron sus cargos desde el martes a la tarde, lo que se traduce en un literal vaciamiento del Gobierno.
El primer ministro británico venía golpeado desde principio de año cuando se hicieron públicas las fiestas que habían organizado en plena cuarentena en Downing Street, residencia oficial de Johnson. Este escándalo se lo llamó el “partygate”, pero no fue el único.
Le siguieron turbulentos meses donde se empezaron a filtrar denuncias de corrupción contra funcionarios o diputados cercanos al primer ministro, miembros del parlamento que renunciaron por mirar pornografía y acusaciones por acoso sexual dentro del partido.
Dentro de este contexto se esconde un trasfondo político, social y económico. Aunque el caso que terminó por encender la mecha de las renuncias se conoció la semana pasada.
La denuncia que puso en jaque a Boris
La pesadilla para el primer ministro empezó cuando en febrero de este año decidió colocar en el estratégico puesto de whip parlamentario -que se encarga de dirigir y “disciplinar” los votos del Partido Conservador- a Christopher Pincher, un hombre cercano y de confianza para Johnson.
La semana pasada Pincher tuvo que renunciar a su cargo después de que dos legisladores lo acusaron de emborracharse y manosearlos en un bar de Londres. Johnson aceptó la renuncia y sus voceros se encargaron de asegurar que el líder no tenía conocimiento de casos previos a su nombramiento.
Lo que supuestamente desconocía era que Pincher efectivamente había sido denunciado por secretarios, empleados y colegas por repetidos casos de acoso. Quien echó luz sobre la verdad fue Simon McDonald, exsecretario permanente del Ministerio de Exteriores, quien envió una carta al Parlamento para decir que Johnson sí sabía de sus antecedentes.
Conocida esta carta, el propio Boris Johnson tuvo que reconocer su “error” por haber nombrado a Pincher, dijo que el diputado se había comportado “muy, muy mal” y le pidió disculpas a las personas afectadas. Estas disculpas ya eran tardías.
Otros escándalos y moción de censura fallida
“Boris no está frente a una tormenta, sino a un huracán”, sintetizó con firmeza ante TN Sam Halvorsen, profesor de la Universidad Queen May de Londres. Sucede que a la polémica de Pincher se le suman una serie de fuertes turbulencias en el último año.
En términos sexuales, en abril el legislador Neil Parish renunció por ver pornografía en el Parlamento desde celular y en mayo el ya por entonces exdiputado Imran Khan fue condenado a 18 meses de cárcel por agredir sexualmente a una niña de 15 años.
Sobre corrupción pesan una serie de denuncias entre las que se destacan los gastos excesivos de Johnson por la remodelación de la residencia oficial o las múltiples acusaciones de favoritismo a empresas privadas por parte de diputados cercanos en el Partido Conservador.
Pero, sin lugar a duda, la mas grave fue la llamada “partygate”: las 16 fiestas que, según el informe oficial, Boris Johnson y altos funcionarios organizaron en la residencia oficial en medio de la cuarentena por Covid-19.
Esta investigación derivó en una moción de censura realizada por el Comité 1922 del Partido Conservador que Johnson superó hace exactamente un mes, el 6 de junio. El primer ministro recibió 211 votos de apoyo (59%) y 148 en contra (41%). A pesar de haber sobrevivido, el porcentaje de miembros en su contra fue histórico.
Un político ya no tan ganador
“Boris tomó el control en 2019 tras la salida de May porque permitía ganar las elecciones y unificar un partido muy dividido, hoy esto ya no es así”, explica Bruno Binetti, investigador doctoral en la London School of Economics (LSE), para luego agregar: “ahora el Partido Conservador se está rebelando y busca expulsarlo”.
En pocas palabras, sus compañeros de partido intuyen que el primer ministro ya no les es tan útil como sí lo fue desde 2019 cuando necesitaban cerrar el acuerdo por el Brexit y calmar las por entonces turbulentas aguas internas. “Los escándalos anteriores los superó porque se creía que Johnson era capaz de seguir ganando elecciones”, completa Binetti.
Por: via REUTERS
¿Qué fue lo que generó un quiebre? La derrota electoral de los conservadores en Tiverton y Wakefield hace dos semanas. Estas llamadas elecciones parlamentarias parciales eran un indicio del futuro liderazgo de Boris Johnson, tal como explican los analistas. Estos dos eran históricos bastiones del Partido Conservador.
“Eso dejó en claro que Johnson ya no cumple con la condición de ganador, a lo que se le suma lo debilitado que quedó después de la moción de censura y la impopularidad creciente”, detalló Binetti en diálogo para este artículo. Él mismo considera que “los diputados consideran que se convirtió más en un problema que en una ventaja”.
La economía en crisis
Como sucede en gran parte del mundo, el Reino Unido no está exento de la grave situación económica que está dejando la guerra de Rusia en Ucrania y la post pandemia. El último dato indicó que en mayo las islas tuvieron un 9,1% de inflación anual, el más alto en los últimos 40 años.
El costo de vida aumentó, sobre todo, en las áreas más pobladas donde se concentra la mayor parte del electorado. Los propios británicos no veían aumentar tanto los precios de los productos desde marzo de 1982, tal como detalló la Oficina Nacional de Estadística Británica (ONS, por sus siglas en inglés).
“La crisis económica afecta mucho la popularidad del gobierno y ayudó a perder parte del apoyo de la sociedad”, agregó Bruno Binetti. A eso se le suma la “falencia de liderazgo político interno y externo que el Reino Unido vive en los últimos años”, consideró el consultor político radicado en Londres Juan Cacace.
Un futuro incierto
Tras la renuncia de Boris Johnson, el mayor interrogante radica en saber quién será su sucesor. Lógicamente el Partido Conservador transita una crisis interna con fuertes divisiones. Tendrán que definir si el próximo primer ministro es una persona cercana a Johnson o representa al grupo de los que renunciaron en las últimas horas.
En los últimos días intenté persuadir a mis colegas para que siguieran en sus puestos
El Comité 1922 del Partido Conservador será quien tenga a cargo la decisión. “Seguiré en el cargo hasta que se designe a mi sucesor”, aseguró Johnson, al tiempo que miembros del partido aseguraron que se tomarán el verano boreal para definir quién será el nuevo líder.
Por el sistema parlamentario que tiene el Reino Unido, no habrá elecciones generales. Como el Partido Conservador tiene la mayoría de las bancas en el Parlamento, quien sea electo como líder de los torys inmediatamente pasará a ocupar el cargo de primer ministro.