En la tradicional bendición “Urbi et Orbi”, hizo referencia a los problemas que existen en la distribución equitativa de las dosis.
La Iglesia católica celebra hoy el Domingo de Pascua, donde conmemora la resurrección de Jesús entre los muertos. El Papa Francisco encabezó la ceremonia, desde la Basílica del San Pedro en el Vaticano, en medio de rigurosos controles y protocolos por la pandemia. La misa se desarrolló en el altar de la Cátedra de San Pedro, donde a pesar de la restricción de participantes, se mantuvo el coro y los cantos.
En su mensaje, el papa Francisco pidió a la comunidad internacional a “un compromiso común para superar los retrasos” en la distribución de la vacunas contra el coronavirus y “para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”.
Tras celebrar la misa del Domingo de Resurrección y dentro de la basílica, y no desde el balcón de la fachada de San Pedro como marca la tradición debido a que toda Italia está confinada esos días, el Papa rogó que “el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros”, destacó que “todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios”. En ese sentido, llamó a la comunidad internacional a “un compromiso común para superar los retrasos” en la distribución de la vacunas del coronavirus y “para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”.
En esta ocasión, además de la simplificación litúrgica, se utilizó el rito del ‘Resurrexit’. Este elemento tradicional de la liturgia papal se recuperó en tiempos de Juan Pablo II durante el Jubileo del año 2000. Durante el canto, al comienzo de la celebración, los diáconos abrían las portezuelas de un icono bizantino de la Resurrección –el llamado icono Acheropita, es decir, no pintado por mano humana, que se encuentra en la basílica de San Juan de Letrán–. Este símbolo recuerda a Pedro como primer testigo de la Resurrección y por eso se repite ante el Papa, sucesor del príncipe de los apóstoles.
Se mantiene, en cambio, el canto de la secuencia pascual. Esta es un himno que se desarrolla en todas las iglesias antes del canto del Aleluya y la lectura del evangelio del día que ha sido proclamado en latín y en griego, aunque la Pascua ortodoxa es el próximo 2 de mayo. En el credo el verso “resucitó al tercer día” tiene una incidencia especial remarcado por el coro. También volvieron a la celebración las flores raídas desde los Países Bajos y bendecidas por el obispo de Rotterdam. El altar se decoró especialmente con rosas blancas que, concluida la celebración, se llevarán a diferentes residencias romanas.
Además, el papa Francisco mantuvo este año la práctica habitual de no realizar la homilía en la misa, el discurso principal de la jornada queda para la bendición ‘Urbi et Orbi’, la más solemne de los pontífices.
La Basílica de San Pedro a oscuras
Anoche, en la llamada Misa de vigilia Pascual, el Papa anticipó desde su mensaje: “Jesús no es un personaje obsoleto”. La celebración que incluyó el comienzo con la Basílica de San Pedro en penumbras, se iluminó con el encendido del Cirio Pascual, que representa la Luz y la Vida de Jesús.
“Hermano, hermana, si en esta noche tu corazón atraviesa una hora oscura, un día que aún no ha amanecido, una luz sepultada, un sueño destrozado, abre tu corazón con asombro al anuncio de la #Pascua: “¡No tengas miedo, resucitó!” fue el primero de los mensajes que proclamó el Papa Francisco ante la atenta mirada de millones de personas que seguían la ceremonia via streaming.
El segundo momento y mensaje de Francisco se refirió a que “la fe no es un repertorio del pasado, Jesús no es un personaje obsoleto. Él está vivo, aquí y ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro.”, aseguró.
Por último, el tercer anuncio de #Pascua: Jesús, el Resucitado, nos ama sin límites y visita todas las situaciones de nuestra vida. Él nos invita a superar los prejuicios, a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubrir la gracia de la cotidianidad.